Uno de los principales desafíos de las instituciones que desarrollan ciencia aplicada en el mundo, es lograr una transferencia exitosa de sus tecnologías al mercado, y parte de este proceso implica identificar aquellas invenciones que pueden generar un retorno real a las casas de estudios superiores.
Con el objetivo de materializar la fase final de la transferencia tecnológica, la Universidad se encuentra trabajando en un programa pionero junto a KIM Global, especialistas españoles en la materia.
Foco en las necesidades del mercado
Según explica Francisco Velasco, director KIM-Madrid, es necesario que las universidades den un giro y se enfoquen en las necesidades del mercado.
“La idea es dar vuelta la tendencia que siempre han tenido las universidades, que es enfocarse en la oferta y no en la demanda. Hay resultados de I+D (Investigación y Desarrollo), hay más tecnologías y siempre se piensa que de alguna manera llegarán al mercado”, expresa.
Sin embargo, este proceso no es fácil, por lo que se requieren procesos claros para una mejor toma de decisiones.
En este sentido, el trabajo que han realizado de manera colaborativa con la Universidad de Santiago ha implicado la revisión del portafolio de tecnologías de este plantel, que alcanza las 70 invenciones, para definir un grupo de tecnologías con alto potencial de transferencia; posteriormente se realiza una evaluación comercial que permite identificar empresas interesadas en adquirir estos productos.
Velasco es claro en plantear que la clave está en orientar la I+D al mercado desde el comienzo, agregando que, muchas veces, “se espera terminar la investigación e incluso patentar para pensar en comercializar. Si uno inicia un proyecto de investigación y desarrollo debe empezar a hablar con las empresas desde el día uno, porque de esa manera tienes la capacidad de orientar la I+D para que tenga una salida al mercado más importante”.
La parte del retorno es viable, ética y licita
Agrega que “aquí surge el temor, bastante común entre las universidades, de que parece que orientar la investigación al mercado puede ser un conflicto de interés, pero en lo que hay que pensar es en que el ingreso o retorno que eso genere repercuta de alguna manera en más investigación, en más educación y más valor, mientras esa ecuación esté controlada la parte del retorno es viable, ética y licita”.
Por su parte, el Dr. Luis Magne, director de la Dirección de Gestión Tecnológica (DGT) de la Universidad de Santiago, indica que el proceso en el cual trabajan actualmente es parte de la evolución del plantel.
“Los proyectos que presenten desde la universidad deben estar orientados a un problema real del mundo productivo más que a una idea de algo que se piensa puede ser interesante”, puntualiza.
Para esto último, el equipo DGT ha mejorado sus procedimientos internos, los que serán fortalecidos con pasantías en el extranjero.
Por Valeria Osorio Ureta
Fuente: www.usach.cl
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