La serie juega con la idea del multiverso y presenta variantes de una familia en descomposición.
“Su antepasado creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades.No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En este, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto”, se lee en «El Jardín de los senderos que se bifurcan», de Jorge Luis Borges.
Publicado originalmente en 1941, ese cuento se adelanta 16 años a la llamada «Interpretación de los muchos mundos», que publicó en 1957 el físico estadounidense Hugh Everett y que se conecta con Rick and Morty, una serie de animación que va por su tercera temporada.
En rigor, el primero en hablar de multiversos –una de las teorías más polémicas de la ciencia hasta hoy– fue el filósofo estadounidense William James, en 1895, a quien Borges, efectivamente, había leído (como así también a su hermano, Henry James).
La teoría de los multiversos plantea la posibilidad de infinitos universos simultáneos. Esto proviene de la física cuántica. Dentro de las leyes de la mecánica clásica –Newton mediante– se puede medir un valor único (por ejemplo la trayectoria de una pelota de fútbol), pero en las partículas cuánticas es diferente: en lugar de tener una posición definida de la partícula en forma perfecta, se tiene una distribución de probabilidades ya que éstas pueden estar en todos los lugares a la vez.
En otras palabras, cuando se hace la medición de las partículas microscópicas sólo se obtiene uno de todos esos estados posibles, pero las otras posibilidades que “desaparecieron” están ocurriendo en realidad en universos paralelos.
La serie de animación Rick and Morty, creada por Justin Roiland y Dan Harmon, se estructura bajo la teoría de estos universos múltiples y vuelve a meter esta apasionante idea en la cultura popular.
La trama: Rick Sánchez, un científico cínico, genio, desconsiderado, borracho y antisocial que arrastra en sus experimentos y aventuras intergalácticas a su nieto Morty, un adolescente neurótico, inseguro, simpático. Hay una referencia clara respecto a Volver al Futuro (1985), la película de Robert Zemeckis, pero la serie también evoca otras referencias de la narrativa de la ciencia ficción.
El relato se centra en una familia en ascendente descomposición (el marco familiar recupera los escenarios tradicionales de series como Los Simpsons y Family Guy) con un padre desempleado, una madre que empieza a tomar (producto de la infelicidad que le genera su matrimonio y de no haber sido médica) y una hija adolescente en busca de ser popular, en plena competencia con su hermano Morty por la atención del abuelo Rick.
Sin embargo existe una composición invertida: en los universos que abordan –otras versiones del universo en que viven, el C137– las posiciones están traspuestas: en unos dominan las pizzas, en otros las sillas que se sientan sobre las personas, en otros los Mortys se rebelan contra los Ricks.
Esa desalienación es posible a partir de que los personajes mantienen su identidad en estos mundos paralelos, al revés de lo que sucede en otros relatos de la ciencia ficción como en La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, donde el protagonista, frente al mundo paralelo, decide perder su identidad, volverse proyección, irrealidad.
Todo sucede en el marco de fracturas del tiempo y las infinitas versiones de cada personaje, como resume el capítulo 10 de la primera temporada y los múltiples Ricks.
La serie traza una variante al estilo del propio Family Guy en los dibujos para adultos, al presentar una visión más punk, más trash, de la astrofísica. De hecho, hay un capítulo de Family Guy donde se abordan los universos paralelos (Seth MacFarlane, creador de dicha serie, produce la nueva versión de Cosmos).
Siguiendo la línea de los multiversos esta nota publicada, en otra versión de mi propio yo, puede estar comenzando sin la referencia al cuento de Borges, tener un título diferente o haberla escrito un día distinto.
Otra versión de mí ni siquiera la publicó.
Por Daniel Mecca.
Fuente: Clarín.
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