Un incremento de 72% registró la inversión acogida a la ley de incentivo tributario para investigación y desarrollo (I+D) en 2014, en relación al año anterior, involucrando recursos por $ 33.225 millones en 221 contratos.
El monto es el más alto desde la creación de la normativa en 2008, y representa casi el 52% del total de los fondos certificados hasta la fecha. Sin embargo, los números siguen siendo bajos y desde Corfo ven con preocupación el poco interés de los privados por este instrumento.
Pese a ello, la nota positiva es que su evolución muestra un proceso de maduración de la ley en el empresariado, explica el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran.
«Hay un comportamiento interesante, donde las empresas están aprendiendo a conocer el instrumento y hay un proceso de crecimiento muy fuerte», afirma, agregando que la desaceleración económica no ha tenido un real impacto en el instrumento.
«Es curioso, porque en período de crecimiento más bajo, el gasto en I+D e innovación es pro cíclico, en el cual, en la parte baja del ciclo, las empresas invierten mucho menos, y acá hay un proceso de mayor conocimiento y difusión de ella», expresa. Así, para este año proyecta llegar a los $ 50 millones en contratos.
En detalle, el 50% de los proyectos ejecutados se ubican en la Región Metropolitana, seguida por Antofagasta (13,7%) y Biobío (10%).
Los sectores económicos que dominan en cantidad de contratos son pesca y acuicultura con 20%, biotecnología con 14,9% y silvícolas con 13,5%; mientras que en montos certificados, los mayores recursos se los llevan biotecnología (22%), minería (17%) y agropecuario (13%). Entre las compañías que más fondos certificaron, está E.CL, la química industrial Spes y Pucobre con iniciativas $ 1.426 millones, $ 991 millones y $ 867 millones, respectivamente.
¿Está conforme con los resultados?
Todavía estamos en un porcentaje relativamente bajo en términos globales de participación privada en I+D. Si lo llevamos a la última encuesta de gasto en I+D de Chile en 2013, la inversión privada representó el 34% del total de $ 530.292 millones. De ello, poco más del 10% se financió a través de crédito tributario y con las cifras a 2014 se llegó al 18%, todavía hay un espacio para aumentarlo fuerte.
¿Cuánto debería representar?
Los países OCDE tienen una inversión de entre 1,2% y 1,7% del PIB, estamos lejos con el 0,39% de hacer una transformación productiva. El crecimiento del instrumento es importante, pero insuficiente. Para que sea relevante, a uno le gustaría que tuviera mayor incidencia y que se expresara en un aumento del gasto como porcentaje del PIB.
¿Cuál debería ser la incidencia? ¿Qué cifra lo dejaría cómodo?
Quisiera que Chile, en un horizonte razonable, pudiera llegar a 2020 a un gasto en I+D de 1% del PIB, y que el 50% fuera realizado por las empresas. Para eso, la inversión privada tendría que crecer casi cuatro veces.
¿Cuándo se debería sentir el efecto de la ley en el gasto privado?
Hay un tema de difusión y problema cultural de las empresas en Chile, que no ve en el I+D un factor central en su estrategia de negocio y desarrollo. Un tema que nos preocupa es la renuencia del sector privado a involucrarse porque toma tiempo. El mecanismo tiene que permear todavía.
Un 90% de los proyectos aprobados (entre septiembre de 2012 a 2014) se realizan al interior de las empresas. ¿Es preocupante que no haya una apertura a trabajar con entidades externas?
Es una cifra enorme. Cuando se modificó la ley en 2012, hubo una discusión y fui partidario de hacer diferenciación entre inversión intramuros y extramuros contratando centros acreditados. No quedó así, y ahora es un tema pendiente. Por eso pensamos que se justificaría una modificación de la ley para establecer la diferencia, pero no es trivial hacer un cambio tributario.
Así es que lo vamos a abordar con un nuevo subsidio para este año. Tenemos un presupuesto de $ 1.545 millones para estimular contratos de investigación con centros acreditados de la ley. Es un incentivo para que exista mayor vínculo entre el mundo empresarial y el sistema universitario. Esperamos crear mayor cultura de vínculo.
¿Es suficiente para cambiar la cultura de trabajo de las empresas?
Hay muchos temas: contar con capital humano, tener a la innovación tecnológica como estrategia de negocio, o la oferta de centros de investigación capaces de responder a la demanda. Hay enorme déficit.
Pensar que con un subsidio a la demanda o crédito tributario vamos a pegar un gran salto en I+D en el mundo privado es ser ingenuo.
Por eso, por ejemplo, trabajamos en incentivos para universidades para acercarse al mundo productivo, como el programa Ingeniería 2030 con US$ 150 millones en seis años o mecanismos de enlace para fortalecer la transferencia.
Por Francisca Orellana
Fuente: Diario Financiero
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