Apasionado por la neuroinmunología, el investigador de la Fundación Ciencia & Vida no deja de vibrar con cada uno de los proyectos en los que se involucra. Desde los trabajos que llevaba a cabo mientras estudiaba Bioquímica hasta las investigaciones en Parkinson, Esclerosis Múltiple y Artritis Reumatoide que realiza hoy en día, la motivación lo acompaña en cada uno de sus pasos.
Hijo de un Ingeniero Civil y de una profesora de Artes Plásticas, Rodrigo nunca pensó que la ciencia sería su futuro, su pasión y su vida. Todo indicaba que la ingeniería sería su camino, pero la llegada a un nuevo colegio en 2º Medio le permitió conocer unos profesores de Química y Biología, quienes, con su especial carisma, le abrieron una ventana que jamás se volvió a cerrar. En ese momento supo que definitivamente sus pasos iban por esa vía.
En su oficina ubicada en medio de los laboratorios de la Fundación Ciencia & Vida, el investigador se da el tiempo para rememorar su paso por Bioquímica en la Universidad Católica – carrera que fue exactamente lo que esperaba -, el doctorado en la Universidad de Barcelona, su desempeño profesional en Chile y cómo su motivación creció día a día con cada nuevo tema que iba descubriendo y desarrollando.
“Me gustaba mucho de todo y me apasionaban muchas cosas. Algo que me marcó en un primer momento fue la química orgánica, de hecho, estuve a punto de irme por ese lado. Después vinieron las biomoléculas y enzimología. Luego, hacia el final de la carrera, hubo dos cosas que me marcaron bastante: la primera, el curso de farmacología molecular de Katia Gyslin, en el penúltimo semestre, en donde hice una unidad de investigación con microdiálisis in vivo, le inyectaba glicina en el lecho de la estría terminal a los animales y veía cómo eso afectaba la secreción de neurotransmisores en esa área. La segunda cosa, en el último semestre de la carrera, fue cuando tuve inmunología. Ahí ‘rayé’ porque encontré en ella integradas muchas de las cosas que me habían gustado a lo largo de toda la carrera: biología estructural, bioquímica, genética, fisiología. Dije: inmunología es lo mío”, señala.
Mientras estaba realizando su tesis de pregrado en inmunología, postuló a la Beca Presidente de la República y quedó seleccionado. Apenas terminó la tesis, armó sus maletas y se embarcó rumbo a España para realizar el doctorado en el área de macrófagos de la Universidad de Barcelona. Para él, la estadía por 5 años en Europa marcó un antes y después en su vida, “me cambió muchas cosas, me abrió de mente, la manera de ver las cosas, a la gente y sus costumbres, la manera de abordar la ciencia, entre otras cosas”.
Pero el comienzo no fue fácil. Al llegar allá, la persona con la que iba a hacer el doctorado había tenido grandes diferencias con la institución y le dijo que se iba del país. Antes de irse, lo ayudó a conseguir un equipo donde trabajar. Finalmente, y luego de una ardua búsqueda, arribó al laboratorio de neurobiología que tenía una pequeña vertiente de inmunología y que, coincidentemente, se había quedado sin investigador. Como tuvo muy buena conexión con el investigador principal del laboratorio, Rafael Franco, se puso de lleno a investigar en el área de neuroinmunología.
Los dos temas que desarrolló en el doctorado (dos interacciones intercelulares mediadas y reguladas por neurotransmisores y que ocurren en la presentación de antígeno por las células dendítricas a los linfocitos T) le ratificaron que la neuroinmunología era definitivamente su área. Sin embargo, toda su investigación la llevó a cabo con células de humano in vitro y al terminar su período en España se dio cuenta que era necesario continuar en la misma línea pero ahora entendiendo los mecanismos in vivo.
Se devolvió a Chile e hizo el postdoctorado en inmunología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, lugar que fue su escuela del trabajo in vivo.
La Fundación Ciencia & Vida y el despegue
Rodrigo Pacheco era compañero de pregrado en la PUC de Sebastián Bernales, Director de Programas Internacionales de la Fundación Ciencia & Vida. Cuando Bernales supo que él estaba de regreso en Chile y trabajando en neuroinmunología, lo invitó a participar en el área de biomedicina que se estaba formando en la Fundación. Sin embargo, esa primera oferta la rechazó porque él ya se había comprometido a realizar el postdoctorado en la PUC y, además, había postulado a un proyecto Conicyt para ello.
A fines de 2008, recibió una segunda propuesta para trabajar en la Fundación y formar su propio equipo de investigación. Como ya había cumplido con el proyecto y había aprendido aquello que se había propuesto cuando regresó al país, aceptó la invitación. Al principio, el grupo de investigación estaba conformado por 2 personas, hoy en día son 8.
Cuando Rodrigo Pacheco habla de las investigaciones que su grupo está realizando, los ojos adquieren un cariz de expresividad único y su voz se vuelve enérgica. “Hemos encontrado un mecanismo que ha sido muy atractivo para el área; hemos encontrado que la dopamina, a través de uno de sus receptores de alta afinidad, promueve que los linfocitos T se vuelvan súper inflamatorios. En el Parkinson lo que ocurre es que la disminución de los niveles de dopamina en la substancia nigra favorecen la estimulación de este receptor en los linfocitos T que infiltran el cerebro, transformándolos así en inflamatorios. Además, los linfocitos T que se activan en la enfermedad de Parkinson son específicos contra neoantígenos que son formados en la substantia nigra gracias a modificaciones covalentes de proteínas propias del sistema nervioso central. Estas modificaciones de constituyentes propios se dan como consecuencia del estrés oxidativo que ocurre inicialmente en esa área del cerebro. En otras palabras, en el Parkinson ocurre una respuesta autoinmune que termina por destruir un sector del cerebro, la substansia nigra, que está involucrada en el control de los movimientos. El principal paper de esto fue publicado en el Journal of Inmunology el 2013” señala.
Actualmente, uno de sus principales objetivos es validar esta investigación como target terapéutico y, para ello, junto a su grupo, se adjudicaron un financiamiento de la Fundación Michael J. Fox que les ayudará a continuar con el desarrollo de ésta. Además de eso, están comenzando el proceso de solicitud de patentamiento. Otros objetivos actuales de su línea de investigación son intentar dilucidar la regulación dopaminérgica de las células dendríticas en la respuesta autoinmune involucrada en la Esclerosis Múltiple y en la Artritis Reumatoide.
En su mente también hay espacio para los desafíos futuros, los cuales consideran el trabajo colaborativo con neurobiólogos para intentar entender los mecanismos por los cuales los linfocitos T infiltran en las meninges y colaboran con el sistema nervioso central en llevar a cabo complejas tareas cognitivas tales como la adquisición de memoria. Otros desafíos son investigar el papel de la regulación dopaminérgica en las células T en el desarrollo de la Esclerosis Lateral Amiotrófica y en la reparación del daño axonal.
“Siento que el transcurso de los 6 años que llevo como investigador científico independiente ha sido exitoso y creo que eso es, en gran parte, por el grupo de científicos motivados que se ha formado aquí en mi laboratorio, desde los estudiantes de pregrado hasta los postdoctorados. Pienso que la motivación debe ser una característica central en una persona para poder hacer buena ciencia. También creo que todas las opiniones científicas pueden ser valiosas, independientemente de la etapa de la vida científica en que uno se encuentre. Por lo mismo, en las reuniones de grupo somos todos iguales y lo que importa al final son las opiniones con buenos argumentos, lo que permite que se construyan buenas ideas. Yo creo que en Chile hay científicos muy buenos y que logran sacar adelante preguntas muy interesantes”, finaliza.
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