En su oficina, rodeada de documentos y con el sonido del correo electrónico alertando nuevos mensajes a cada minuto, la Dra. Cecilia Hidalgo se mueve día a día. Su hablar suave y pausado no evidencia la gran cantidad de compromisos que tiene cada jornada, una constante que la ha rodeado durante toda su vida: “mi problema siempre ha sido la falta de tiempo, toda la vida he corrido”.
La investigadora del Instituto Milenio de Ciencias Biomédicas, el Centro de Estudios Moleculares de la Célula y el Programa de Fisiología y Biofísica, ICBM, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, recuerda con facilidad cada uno de los detalles que han conformado su historia de vida. Incluso, rememora que desde pequeña le llamó la atención la ciencia y que siempre estuvo experimentando en la casa. “Esas cosas que hacen los niños chicos”, asevera.
Pero la decisión de dedicarse a la investigación llegó cuando estaba en el último año de colegio. “Me llegó un folleto describiendo la carrera de Bioquímica y a mí me pareció muy atractiva. En ese momento no se conocía esta carrera. De hecho, cuando yo entré, la que fue la primera generación de estudiantes egresados estaba recién en tercer año. Fuimos pioneros, incluso no sabíamos bien en qué íbamos a trabajar”.
De ahí en adelante, todo fue encanto y motivación por la investigación, pero el momento decisivo para optar por el área de trabajo en que se ha desempeñado hasta el día de hoy, llegó cuando estaba en cuarto año de carrera. En ese período tuvo los ramos de Bioquímica y Biofísica, y se maravilló con un nuevo mundo que se abría ante sus ojos: la posibilidad de utilizar herramientas físicas para estudiar fenómenos biológicos. A esto se sumó que el profesor de Biofísica Mario Luxoro – Premio Nacional de Ciencias Naturales en el año 2000 – la invitó a realizar su tesis de pregrado en esta temática, con lo cual adquirió la experiencia que ratificó su fascinación por esta materia.
Luego vinieron una serie de investigaciones tanto en Chile como en Estados Unidos, publicaciones de gran relevancia y un gran reconocimiento a nivel nacional e internacional. Pero para la Dra. Hidalgo lo más trascendente dentro de su carrera como científica es el trabajo que está desarrollando hoy: descubrir cómo las señales de calcio que se generan dentro de la célula, que son importantes para la función neuronal y que determinan los procesos de memoria y aprendizaje, están condicionadas por el grado de oxidación de la célula.
“Se sabe que la gente cuando envejece aumenta el tono oxidativo celular y eso hace que se generen señales de calcio anormales. Con mi equipo creemos que estas señales irregulares impiden los procesos de aprendizaje normales” señala. De tal impacto es la investigación que realiza, que ha llegado a considerar que las enfermedades neurodegenerativas se producen por un desbalance en la célula, en donde el tono oxidativo aumenta más allá de lo fisiológico y cae en el estrés oxidativo, lo que genera señales de calcio anormales que llevarían a la muerte de las neuronas.
Las nuevas generaciones y el desarrollo científico en el país
No es fácil hacer ciencia en Chile y eso, la Premio Nacional de Ciencias Naturales 2006, lo tiene claro. Aun así, al comparar lo que había en investigación hace un par de décadas atrás, donde existía un pequeño grupo que estaba publicando en revistas internacionales, con lo que está haciendo la nueva camada de científicos ahora, se ve un salto significativo.
“Hoy los jóvenes están superando con creces a sus maestros y siento que nosotros, como generación, hemos contribuido a eso, a la formación de nuevos talentos” asegura. Su relato se llena de optimismo y orgullo al referirse a los estudiantes de postgrado que trabajan en su laboratorio, “son gente muy motivada, con una gran pasión”, características que, para ella, deben ser el motor de cualquier persona que quiera dedicarse a las ciencias biológicas.
Sin embargo, y aun cuando ve con muy buenos ojos el desarrollo que están teniendo las ciencias en el país, la doctora considera que “Chile ha desperdiciado siempre el real potencial de sus científicos. Si bien no hay que ser tan injustos porque existen programas como Fondap, Anillos, Centros Basales y Milenio que apoyan la investigación asociativa, el potencial para el desarrollo de las ciencias podría ser mucho mayor si se invirtiera más que el escuálido 0,4 o 0,45 del PIB que se invierte hoy”.
“Aquí hay mucha gente preparada, pero muchos se han tenido que quedar trabajando afuera porque no han encontrado el espacio para insertarse en Chile para realizar sus investigaciones” señala. La académica se muestra enfática al abordar este tema: a juicio de ella, la vía para que el país logre el desarrollo y destaque en innovación es a través del impulso, en paralelo, de ciencias básicas y aplicadas.
Destaca, eso sí, las distinciones que hace el Estado de Chile a través de los Premios Nacionales, del cual ella fue merecedora. Porque es gracias a estos reconocimientos que se puede destacar que, a pesar de todas las dificultades que existen (sobre todo para las mujeres), es posible hacer ciencia en este país. “Para mí fue muy importante porque fue un reconocimiento a la contribución que hemos hecho aquí en Chile a la investigación del funcionamiento celular. Además, es bueno que haya modelos de mujeres científicas que deciden compatibilizar familia y carrera” señala.
Por Catalina Valencia Antillanca
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