En mayo de 2013, una comisión presidencial, liderada por Bruno Philippi -a petición del gobierno de Sebastián Piñera- aconsejó la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación Superior, para mantener articulada la cadena de desarrollo que los incluye y crear políticas públicas que fomenten la creación y transmisión del conocimiento.
La propuesta, aceptada por ese gobierno, llegó incluso a transformarse en proyecto de ley, pero jamás fue discutido. En enero, la presidenta Michelle Bachelet creó una nueva comisión sobre el tema. El diagnóstico fue el mismo: crear un ministerio, pero descartó incluir en él a educación superior. Propusieron un Ministerio de Ciencia y Tecnología, o uno que además incorpore innovación (hoy en el Ministerio de Economía), propuesta que logró el mayor consenso dentro y fuera de la comisión.
Tras la entrega de las conclusiones, la Presidenta no se dio plazos para tomar una decisión y advirtió que el momento económico no era el más adecuado.
A pesar de que entonces algunos científicos reclamaron por la falta de definición, y por el anuncio del traspaso de la Iniciativa Científica Milenio desde Economía a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), el tema no estalló hasta la salida de Francisco Brieva de la presidencia de Conicyt, tras seis meses sin sueldo. La comunidad científica entonces sacó la voz. En un dura carta señalaron que “nuestros gobiernos han elegido la ignorancia”.
El ambiente sólo mejoró un poco cuando desde el gobierno se anunció que las propuestas de la comisión efectivamente se estaban analizando. Gonzalo Rivas, presidente del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (Cnid) y quien lideró la última comisión, reconoce que “no había mucha información sobre lo que se estaba haciendo y puede ser que eso haya sido un problema”.
Rivas dice que el gobierno trabaja en “mapear al detalle cuál es el escenario en los distintos ámbitos que tienen relación con temas de ciencia, tecnología e innovación, para que la Presidenta tenga una propuesta maciza”, asegura. “Para preparar una propuesta de este calibre, y que no sea improvisada, se requiere un trabajo arduo, con abogados, detectar distintas implicancias que tiene el mover distintas instituciones”, explica.
No hay una persona en particular a cargo de ese trabajo, “eso es parte de lo que Presidenta va a evaluar”, pero agrega que la comisión también planteó la posibilidad de que se nombre un delegado presidencial, como antes fue Agustín Squella, que armó la propuesta del Ministerio de Cultura, o Reinaldo Ruiz, el actual delegado presidencial del Agua, que trabaja en la creación de una subsecretaría.
Por qué no educación
Hernán Cheyre, coordinador de la comisión Philippi, dice que la propuesta de ese grupo -que incluía educación superior- “iba más al fondo, apuntaba a cambiar la forma como se relacionan instituciones y la educación superior, porque entendimos que era parte de la misma cadena de valor”.
El economista agrega que esa comisión tuvo la virtud de ser unánime, lo que permitió dejar presentado un proyecto de ley que debió tomarse como base. “No digo que no se pudiera hacer cambios, son iniciativas perfectibles, pero había un buen punto de partida y, ante la unanimidad que hay hoy día en cuanto a la necesidad de avanzar en esta temática, lo que ha pasado con Conicyt ha dejado al desnudo lo absurdo que es seguir insistiendo en el esquema institucional actual. Llegó la hora de actuar de verdad”, insiste,
Mario Hamuy, astrónomo de la U. de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas 2015, dice que sería ideal tener un ministerio que incluyera educación, “pero en la práctica, educación superior es tan complejo que uno que lo incluyera probablemente descuidaría lo que es ciencia y tecnología. Es más práctico separarlo”.
El astrónomo fue uno de los científicos que el miércoles se reunió con la ministra de Educación, Adriana Delpiano, y el titular de Economía, Luis Felipe Céspedes, en un encuentro al que también fueron invitados otros cuatro investigadores, el presidente (s) de Conicyt, Bernabé Santelices, y el director de la institución, Christian Nicolai. “La reunión con la ministra confirma que el gobierno sigue considerando la idea del ministerio y que se propone tomar una posición”, dice Hamuy.
Esa posición debería estar “pronto”, dijo la Presidenta el miércoles en la ceremonia de primera piedra del Telescopio Gigante de Magallanes (GMT), en la Región de Coquimbo, y Gonzalo Rivas confía en que sea antes de fin de año.
Las propuestas
Ministerio de Ciencia y Tecnología
Que trabaje con el Ministerio de Economía, que promueva la innovación. Tendría a su cargo a Conicyt, y se le traspasaría la conducción de los programas Mecesup, del Mineduc, y las iniciativas que Corfo tiene con universidades. Contempla creación de una Subsecretaria de Innovación en Ministerio de Economía
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Tendría a su cargo la conducción política de Conicyt y Corfo, aunque en este último caso se propone que las labores de intermediación financiera sigan en el Ministerio de Economía, bajo la figura de comité. Tanto Sercotec como el Sistema de Empresas Públicas seguirían al alero de Economía.
Otros países
España eliminó su ministerio
En 2012, el movimiento “Más Ciencia para Chile” publicó un estudio sobre la institucionalidad con la que cuentan distintos países desarrollados, los que se caracterizan por tener un organismo que diseña la política científica y otro que la implementa. España, por ejemplo, bajo el gobierno de Mariano Rajoy, eliminó su ministerio de Ciencia e Innovación en 2011. En su reemplazo creó un Consejo de Política Científica, Tecnológica y de Innovación, que diseña la política y una Secretaría de Estado de Investigación Desarrollo e Innovación, dependiente del Ministerio de Economía, a cargo de su implementación.
Las poderosas agencias de EE.UU.
La ciencia es un tema de alto nivel en este país. Existe una Oficina para la Política Científica y Tecnológica, que asesora al Presidente y que es parte de la Oficina Ejecutiva. Ahí se formula la política. El estudio de Más Ciencia, señala que el caso de EE.UU. es único, porque la implementación de las políticas dependen de una estructura heredada desde la Segunda Guerra Mundial, por razones estratégicas. Esto significa que cada Departamento de Estado posee sus propias agencias sectoriales. La National Science Foundation (NSF), la Nasa y la Noaa, son algunas de las más conocidas.
Las estrategias de Brasil y Argentina
Brasil cuenta con un Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología que asesora directamente al Presidente en la formulación de la política científica. La implementación está a cargo de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el que a su vez depende fuertemente de una de sus agencias: el Centro Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, que conduce todo el proceso y que tiene a su cargo una fuerte estrategia que busca popularizar la ciencia en este país. En la región, Argentina (que no fue parte del estudio de Más Ciencia), cuenta con un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, desde 2007.
Japón en evaluación permanente
Japón posee dos organismos que elaboran la política nacional de ciencia y tecnología . Uno es el Consejo Científico que nació en 1949 y representa a la comunidad científica. El otro es el Consejo de Política Científica y Tecnológica, que tiene un mayor nivel y se reúne semanalmente. Este país implementa su política a través del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, y la evalúa permanentemente, a través de un organismo ministerial denominado Instituto Nacional de Política Científica y Tecnológica, cuyo objetivo es realizar estudios, encuestas y análisis de los proyectos.
Por Cristina Espinoza
Fuente: Diario La Tercera
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