Requieren presupuesto, pero sobre todo, tiempo, porque los beneficios no son automáticos. Tres compañías cuentan la experiencia de tener su propio laboratorio de innovación.
El 32% del gasto en I+D en Chile es financiado por empresas, con sus propias capacidades o extramuros, dice la V Encuesta de Innovación del Ministerio de Economía. Poco en comparación con los países Ocde (60%) y considerando que no ha variado mucho en los últimos años. “Es un desafío país estimular el gasto empresarial en I+D, debiéramos aspirar a que alcance un porcentaje del orden del 50% del total del gasto nacional en I+D”, dice Isabel Salinas, subdirectora de Incentivo Tributario I+D en Corfo.
No hay registro de cuántas empresas realizan su innovación en centros propios, pero se intuye que son pocas, a pesar de sus beneficios.
Una de ellas es la Viña Concha y Toro, que desde fines de 2014 cuenta con un Centro de Investigación e Innovación (CII), ubicado en Pencahue, Región del Maule, que realiza investigación aplicada y desarrollo tecnológico enfocado a enfrentar situaciones como la escasez hídrica, nuevos terroirs, enfermedades del viñedo o sus impactos al medio ambiente.
Quieren posicionar a la viña como líder en investigación, desarrollo e innovación en la industria y trabajan con una hoja de ruta para hacerlo en cinco años. Su equipo incluye investigadores del área biológica, química e ingeniería, además de profesionales con conocimientos en viticultura y enología. Incluso han creado sus propia app (Grappe) que permite determinar el nivel de deshoje del viñedo.
“En la industria existen muchas preguntas sin resolver. El CII y su equipo de investigadores nos permite marcar la diferencia al enfrentar las inquietudes, hacerlas propias y trabajar para responderlas con estudios, investigaciones y todos los mecanismos científicos necesarios para generar soluciones”, dice Gerard Casaubon, director del CII.
En forestal Arauco partieron en 1990 con Bioforest, su propio centro de investigación, que hoy tiene 72 investigadores, desde agrónomos a genetistas, dedicados a programas de control biológico, reutilización de desechos, y al diseño de estrategias para la conservación y tratamiento del bosque, el suelo y el agua, entre otros.
Charles Kimber, gerente comercial y de asuntos corporativos de Arauco, dice que es una ventaja competitiva, pues permite mejorar continuamente sus productos, servicios y procesos, “lo que redunda en mayores oportunidades de diferenciación de cara al mercado”.
Tener un centro propio implica una inversión que en el corto y largo plazo les da beneficios. En Sodimac, que tiene su Centro de Innovación de Proveedores (CIP) desde 2012, su gerente de Innovación, José Antonio Riquelme, explica que tiene un presupuesto asignado, pero además del monto, “el mayor esfuerzo ha estado en estructurar nuevos procesos e integrar a diversas áreas de la compañía a este desafío”. Tienen un comité de innovación que se reúne mensualmente, en el que participan el gerente general y los gerentes de primera línea. Y en el CIP participan 80 de sus proveedores, con los que generan nuevos productos o servicios de manera colaborativa, articulando a proveedores, inventores y universidades.
De ahí han salido 54 soluciones que se comercializan en Chile y los países donde tienen operaciones. En 2015 desarrollaron una madera impregnada con cobre micronizado, que se convirtió “en uno de los aciertos más importantes en ventas de innovación”, dice Eduardo Mizón, gerente general de Sodimac Chile.
Este año lanzarán nuevos productos para construcción con elementos provenientes de residuos; soluciones de calefacción bajas en contaminación y cerraduras de interior de fácil apertura para el adulto mayor, cuenta.
De acuerdo a la compañía, los productos salidos desde el CIP cada día tienen más impacto en sus ventas.
Por Cristina Espinoza
Fuente: Diario La Tercera
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