Investigadores del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina y del Inta de la Universidad de Chile, además de las universidades Católica y Finis Terrae, participarán de un proyecto que apunta a determinar la presencia normal, deficitaria o excesiva de vitaminas y minerales en menores de entre 4 y 14 años a lo largo de todo el país, mediante mediciones bioquímicas, con el fin de contribuir con conocimiento a las necesarias correcciones que deban hacerse a alimentos suplementados, así como a las políticas públicas en materia de nutrición y salud infantil y juvenil.
Según explica el profesor Francisco Pérez, académico del Departamento de Nutrición de nuestro plantel y presidente de la Sociedad Chilena de Nutrición, el estudio cuenta con dos fases: la primera fue netamente de revisión bibliográfica, «con el fin de determinar si es que existían investigaciones nacionales acerca de marcadores bioquímicos asociados a estado nutricional entre niños sanos de cuatro a 14 años. Y descubrimos que hay bastante información en el grupo de niños de 0 a 3 años y entre los adultos, sobre todo asociada a enfermedades como obesidad y diabetes, pero en el rango etario que nosotros buscamos hay sólo dos publicaciones: una de científicos de la Universidad Católica, realizada el año 2013, y otra de nuestro equipo, el mismo año, respecto de un proyecto en el que estudiamos los niveles de Vitamina D en escolares de Punta Arenas, según la cual detectamos que tienen niveles muy deficitarios de este micronutriente, debido a la escasísima exposición al sol que tienen». Los resultados de esa revisión bibliográfica, añade, fueron dados a conocer en diciembre de 2015 en la Revista Nutrición Hospitalaria.
¿A qué se debe esta falta de información? El profesor Pérez explica que pueden ser varios factores: la dificultad que supone extraer sangre a menores sanos, sin que sea necesario por algún problema de salud, porque algunos padres pueden estar más reacios -«es más fácil pesarlos y medirlos para estudios de índice de masa corporal», añade-; y, además, el costo de los exámenes, que es significativo.
En la actualidad, los investigadores están en la fase de diseño de la segunda parte del estudio, en la que están proyectando la posibilidad de dividir a Chile en cinco zonas geográficas -Norte, Centro Norte, Centro, Centro Sur y Sur- para ver las diferencias que pudieran plantearse en el metabolismo de los niños por factores como exposición al sol o por consumo de determinados alimentos, por ejemplo, los cuales pudieran verse reflejados en los marcadores bioquímicos que esperan medir, como son niveles de vitaminas A, D y E, y minerales como calcio, hierro y zinc.
Potenciar desarrollo y prevenir enfermedades
La información que obtengan a partir de la investigación -que cuenta con financiamiento del sector privado-, agrega el profesor Pérez, servirá para vincularla con posibles patologías. Así, ejemplifica señalando que «generalmente los adultos tenemos niveles muy altos de hierro, ya sea por el consumo de carne o por las suplementaciones de algunos productos; hay estudios como los realizados por el doctor Miguel Arredondo, del Inta, que ha demostrado que los diabéticos tipo 2 tienen exceso de hierro, y en esa patología no es bueno sobrecargar al hígado con este mineral, porque le imprime otras características metabólicas a la función hepática». Y agrega otro caso: «El estatus de zinc se relaciona con patrones de crecimiento, y ya que el grupo de cuatro a 14 años está en una etapa escolar plena, estos chicos deberían tener un buen patrón de actividad física para potenciar ese crecimiento que estaría siendo propiciado por el zinc».
Por otra parte, explica, el tejido adiposo acumulado en las personas con sobrepeso y obesidad «secuestra las vitaminas liposolubles, como son la A, D y E, e incluso algunos minerales. Y la deficiencia de vitamina D, que es la que canaliza el calcio a los huesos y otras zonas del organismo, puede repercutir en enfermedades a futuro. Por otro lado, investigaciones recientes le han dado nuevos roles a este nutriente, como es la adquisición de caracteres de conocimiento; es decir, potencia un buen aprendizaje y la retención de estímulos asociados a factores educacionales».
En este punto, sentencia, «hay una larga controversia con los dermatólogos: si bien es cierto que hay que cuidarse del riesgo de quemaduras solares, también lo es que necesitamos una exposición moderada al sol, en los horarios en que no es dañino, como es antes de las 11 de la mañana y después de las cuatro de la tarde. El 80% de la vitamina D que circula en el organismo es la que se sintetiza en la piel a partir de la exposición al sol, y sólo el 20% proviene de alimentos como lácteos o pescados grasos. Y basta con aplicarse un protector solar sólo con factor 15 para anular completamente la síntesis endógena en la piel de vitamina D. Si a eso se le suma que ahora los niños salen poco a jugar, y a que hay hasta ropa con protección UV, la verdad es que casi no se exponen».
Por ello, finaliza, «es bueno saber si nuestros niños están moviéndose dentro de rangos normales, deficitarios o en exceso de estos micronutrientes, para hacer las correcciones necesarias en los alimentos suplementados o en las políticas públicas referidas a la nutrición y a la actividad física en edad escolar».
Por Cecilia Valenzuela León
Fuente: www.med.uchile.cl
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