La noticia ha generado gran aceptación pero suscitó una serie de debates. Al respecto, una de las mujeres líderes del Sustainable Minerals Institute International Centre of Excellence Chile comparte su visión en torno a los principales desafíos de este nuevo ministerio.
Si bien estudió su pregrado en Chile, buena parte de su carrera la hizo en Estados Unidos. Ingeniera comercial de profesión y MBA de la Clarion University of Pennsylvania, Varinka Farren tiene mucho que hablar sobre ciencia, especialmente porque su carrera siempre ha estado ligada a esa área.
Trabajó para Andrómaco, multinacional del área farmacológica, y fue una de las pioneras en el desarrollo de la Unidad de Transferencia Tecnológica de la Universidad de Chile cuando no era un área popular en estas instituciones. Un desafío que resultó no menor, según cuenta, porque lograr que las empresas se interesen por la ciencia elaborada al interior de una institución de educación no resultaba llamativo.
Al mando de la Unidad de Transferencia de la Universidad de Chile, trabajó en la creación de una estrategia completa, desde comprender las investigaciones hasta preocuparse de la imagen, las redes (networking), vinculación con la industria, asuntos legales, entre otros elementos. De una única licencia que se había logrado transferir antes de su llegada, Varinka logró traspasar más de 48 tecnologías de la universidad al mercado. Esto le permitió ser la primera en obtener el premio Mejor Gestora Tecnológica del año que entrega CORFO.
Hoy, como Gerente de Operaciones de un centro de investigación que utiliza la ciencia para lograr soluciones innovadoras para la industria extractiva, Varinka cree que existen una serie de objetivos fundamentales para que la nueva cartera de ciencia y tecnología tenga un impacto real en el desarrollo económico y social del país.
“Una de las primeras tareas del futuro ministerio va a ser un levantamiento de los fondos que existen para ver cuál de ellos está teniendo impacto. Eso también va requerir mayor inversión en investigación de parte del Estado, ojalá doblar lo que se gasta actualmente. Además, va a ser necesario seguir incentivando al sector privado para que también invierta. Estamos muy por debajo en comparación al promedio de los países OCDE y eso debiese cambiar en un plazo razonable”.
Varinka coincide en que apostar por el desarrollo científico enfocado a sectores estratégicos como la industria minera, la biotecnología, la acuicultura, como lo ha planteado CORFO, es un acierto: “hay lineamientos definidos que ya se están desarrollando y requieren ser profundizados”, manifiesta.
“El o la próxima ministra deberá ser científica pero tendrá que cumplir una serie de cualidades que vayan más allá del laboratorio”
¿Debe ser un científico el o la próxima ministra de ciencia y tecnología? ¿Cuáles debiesen ser sus características? Para Varinka el líder de la nueva cartera debe haberse formado profesionalmente en las ciencias, pero los requisitos no terminan allí, “va a ser necesario que este nuevo líder tenga capacidad de gestión y manejo político; sin embargo, debe ser respetado por sus pares. Eso va a marcar la diferencia”.
Desde su experiencia, Varinka cree que un científico “puro” no va a funcionar porque será necesaria una mirada estratégica que vaya más allá del laboratorio. Contrariamente, “alguien que sea solo un buen gestor tampoco va a lograr un buen trabajo si es que no tiene el respaldo de sus pares”.
Varinka de momento se la juega por nombres como el de Andrés Couve, director del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica y el de Cristian Hernández, director de negocios de la Fundación & Vida. A su parecer, son científicos distintos a los comunes y tienen las capacidades suficientes para liderar esta nueva secretaría de gobierno.
Artículo 9: ¿Desincentivo para los científicos?
La comunidad científica y especialmente las universidades han planteado su desacuerdo con el artículo 9 de la ley que crea al ministerio, donde se exige a los proyectos cuyas patentes sean exitosas devolverle al Estado el 100% de los recursos.
Para la Gerenta de Operaciones de SMI-ICE-Chile, ese punto es donde “echan a perder todo”. Explica que es muy complejo hacer la trazabilidad de cuánto dinero puso el Estado para hacer una investigación. Lo que hace este artículo en el fondo es desincentivar la transferencia tecnológica y, por ende, “matar a los fondos como herramientas para la investigación”.
“Hay que entender que existen investigaciones, como en el área médica, que pueden requerir sobre los 20 millones de dólares para llegar al mercado, de los cuales sólo una parte menor puede ser obtenida de fondos públicos en nuestro país”, concluye.
¿Quieres dejar un comentario?