El programa de gobierno de Michelle Bachelet contemplaba la creación de una subsecretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Sin embargo, y ante la petición de diversos actores del ecosistema, a fines de enero anunció la conformación de la Comisión Presidencial «Ciencia para el desarrollo de Chile», integrada por científicos y académicos para elaborar un informe antes de junio de este año que incluya una propuesta para la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología.
«Ese proceso de construcción de futuro requiere un diálogo informado y razonado. Allí deben estar todas las voces y miradas: la opinión pública, el arte, las humanidades y las ciencias. Y digo ciencias en general: básicas, aplicadas y sociales», señaló Bachelet durante el lanzamiento de la mesa liderada por el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID).
Pese a la buena noticia, la conformación de la comisión despertó la alerta en el mundo privado por la baja o nula representatividad del sector empresarial entre sus integrantes. La totalidad de los 36 miembros pertenecen a la academia, centros de estudio o gobierno, y unos pocos tienen trayectoria empresarial, como Iván Vera (Innspiral, Club de Innovación o Fraunhofer Chile) o Juan Carlos De La Llera (Sirve y decano de Ingeniería de la U. Católica). Los privados ven con preocupación el no tener voz ni voto en temas cruciales para el desarrollo de Chile o sobre cómo lograr la tan anhelada conexión entre mundo académico y empresarial, sin ser parte de la discusión.
También hay inquietud por el rol del documento entregado por la reciente comisión Philippi,-convocada en 2013 por Sebastián Piñera-, que pidió, entre otros temas, la creación de un ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación Superior, y que ingresó como proyecto de ley en marzo de 2014 al Congreso.
Consideran que ahí se generó un consenso clave, que esperan no sea desechado solamente por haber un cambio de gobierno de por medio.
Hernán Cheyre, ex vicepresidente ejecutivo de Corfo: «Mi temor es que la mesa quede muy capturada por el mundo científico»
«Es un cambio importante a destacar, el programa de la presidenta hablaba de una subsecretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación y que ahora, en los hechos, vaya hacia un ministerio es bueno, retomando también lo que hizo el gobierno de Sebastián Piñera, es un buen paso», comenta el ex vicepresidente de Corfo y actual presidente del Instituto de Emprendimiento de la Universidad del Desarrollo, Hernán Cheyre.
Sin embargo, ve que la comisión está muy vinculada «al tema ciencia, donde se quiere abordar una nueva institucionalidad, pero debe hacerse desde una perspectiva más global, en la cual se incluya ciencia básica, pero también temas como tecnología, innovación, productividad, es decir, todo el encadenamiento productivo.
Desde esa perspectiva, le hace falta esa mirada. Mi temor es que la comisión quede muy capturada por el mundo científico y que no haya espacio para dar cabida a otros actores de la tecnología e innovación; se echa de menos». Una representación, dice, que sí se logró con la comisión Philippi. «Era bastante transversal en lo político y origen de sus integrantes, lo que le dio riqueza al análisis, documento que esperamos se aproveche ahora». Por ello, acota que el que se transforme en una comisión científica le quita relevancia.
«La deja anclada a uno solo de los temas importantes que no se resuelven solamente armando un ministerio, sino abordando las temáticas de fondo. El sistema está muy fragmentado y disperso. Por eso, lo lógico es armar un encadenamiento que toque todos los temas de ciencia básica, capital humano avanzado, tecnología e innovación».
Pese a las discrepancias, Cheyre espera que la instancia sea capaz de abordar una institucionalidad 2.0 para que Chile pueda incorporarse a la sociedad del conocimiento, lo que implica -en su opinión-, modernizar, por ejemplo, los gobiernos corporativos de entidades como Corfo o Conicyt, que son las que tienen un mayor contacto con el mundo privado y científico.
«Tienen que modernizar la forma en que entregan los fondos, se siguen rigiendo por las mismas normas para comprar insumos en un servicio público, y es una dificultad cuando se quiere cambiar el uso de esos recursos o los desafíos a los cuales están destinados», explica.
Al igual que lo solicitó la comisión Philippi, considera necesario que Conicyt pueda pasar del ministerio de Educación al futuro ministerio de Ciencia y Tecnología, al igual que el área de Innovación de Corfo, mientras que la gerencia de Emprendimiento debería quedar en manos del ministerio de Economía.
Para que llegue a buen término, Cheyre espera que la entidad elabore una agenda de invitación robusta de actores del mundo privado, de manera que el informe incorpore todas las miradas. «Le hice llegar el informe de la comisión pasada a Gonzalo Rivas, del Consejo de Innovación, porque mi disposición es a colaborar», finaliza.
Jaime Soto, secretario general de la ACTI: «Verlo sólo del lado científico genera una debilidad más que oportunidad»
«A nivel mundial conversan el sector público, universidades y privados, y en esta comisión no se ve a este último. No hay que olvidar que 2/3 del Producto Interno Bruto (PIB) que se destina a Investigación y Desarrollo de los países de la OCDE lo aportan los privados», afirma Jaime Soto, secretario general de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de la Información (ACTI), respecto a la nula representación del mundo privado en la Comisión Ciencia para el Desarrollo de Chile.
Ve con preocupación el tema, ya que no se está fomentando «una conversación» entre las partes lo que va a dificultar el lograr un nexo adecuado y un trabajo conjunto que permita mejorar el desarrollo productivo de Chile, donde las industrias tecnológica y de innovación, son clave. Estar sesgado a una sola rama (ciencia) «genera una debilidad más que una oportunidad. Es como si fueran todos de una sola coalición y nadie de oposición», sostiene.
Dice que el rubro tiene «100 personas líderes en desarrollo tecnológico y no está ninguno en la comisión. No están los grandes desarrolladores cuando hoy hay cuatro grandes tendencias mundiales (big data, cloud, movilidad o social media), que no están sobre la mesa. Son áreas de desarrollo país que no veo que estén en el ADN de la ciencia», finaliza.
Comenta que la tecnológía y la ciencia son parte del mismo juego donde el desafío es trabajar juntos. «Desde la industria sentimos la ausencia porque hemos estado por años motivando la formación de un ministerio de Ciencia y Tecnología», explica, que esta cartera permitiría canalizar las necesidades del sector. «Lo tecnológico está repartido en varios ministerios: Segpres (Secretaría General de la Presidencia), Transporte, Economía, Salud, etc. Y es necesario ordenar la casa», advierte.
Considera también que con la mayor presencia de ramas científicas, se corre el riesgo que sólo se apunte hacia una institucionalidad «para investigación básica, dejando fuera el patentamiento, emprendimiento, desarrollo industrial, investigación aplicada o transferencia tecnológica. Y es así, como se logra una colaboración, por ejemplo, entre ciencia y el sector acuícola», afirma.
Álvaro Acevedo, gerente de Innovación de Sofofa: «En esta discusión hay un grupo que no está representado»
Para el gerente de Innovación y Emprendimiento de Sofofa, Álvaro Acevedo, la composición de la comisión Ciencia para el Desarrollo de Chile es «subóptima», pues carece de la representación de las empresas que basan sus negocios en I+D+i.
«Si bien tiene sentido que las discusiones de ciencia se den principalmente entre académicos y científicos, en la medida en que ese diálogo se va desplazando a temas de tecnología o innovación -que es la aplicación comercial de las cosas- hay opiniones e intereses que deberían estar representados y que, en este caso, claramente no lo están», apunta el ejecutivo.
Sin embargo, comenta que el nuevo ecosistema de innovación que se quiere crear en Chile no se sustentará en las empresas tradicionales, sino que en todas esas startups cuyo nacimiento y modelo de negocios se basa en la ciencia. En este sentido, señala que los que grandes ausentes en la discusión son los emprendedores científico tecnológicos de Chile, quienes aún no han conseguido adquirir un peso tan relevante como el de las instituciones científicas representadas en la comisión, pero que igualmente tienen mucho que decir.
«Los intereses legítimos de cada grupo son distintos, y acá hay un grupo subrepresentado versus otro que ha sabido defender muy bien sus intereses y que está muy bien cuidado en Chile, aunque ellos puedan pensar distinto», advierte respecto de la presencia de actores científicos.
Pero esto no es lo que más le preocupa, pues en su opinión lo más importante debería ser asegurar la continuidad de las políticas mediante un buen diseño institucional que genere consenso entre todos los sectores.
«La idea del ministerio de Ciencia y Tecnología viene desde el gobierno anterior y ahora se cristaliza, lo que le da un sentido de continuidad. Sin embargo, los vaivenes se dan en las cúpulas, por ello es importante definir un rumbo mediante leyes que no cambie gobierno a gobierno», argumenta Acevedo.
Señala que el informe elaborado por la comisión Philippi durante el mandato anterior debería ser la base del informe de la nueva comisión definida por la Presidenta Michelle Bachelet, y que si bien encuentra razonable que se realicen cambios, estos deberían estar razonablemente argumentados.
«Cuando se desechan las cosas porque las hizo el otro, a mi me produce una preocupación fundamental. No eran tontos los que hicieron el primer informe y tampoco lo son los que van por el segundo, entonces hagamos bien lo que tenemos que hacer sin dejar pasar cuatro años más discutiendo los mismos temas», enfatiza el ejecutivo de Sofofa.
Arturo Covarrubias, presidente de la Asembio: «Es importante estructurar la comisión bajo un consenso»
«Cuando tienes un consenso transversal que desde afuera se ve potente y podría ayudar a coordinar ciertas fallas de mercado facilitando que las cosas fluyan ¿Para que rearmar?», reflexiona el presidente de la Asociación de Empresas de Biotecnología de Chile (Asembio), Arturo Covarrubias, frente al anuncio de la nueva comisión para elaborar un nuevo informe para la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología.
Advierte que llegar a un acuerdo multisectorial es crucial, ya que lo que no puede pasar es que en cada cambio de gobierno estemos discutiendo si la nueva cartera tendrá o no una política de clusters u otras cosas, diluyendo el impacto real que podría generar.
«Hay que considerar que este nuevo ministerio trabajará con proyectos que durarán 10 o 15 años, incluso más, por lo que es importante que se estructure bajo un consenso que le de continuidad en el tiempo», señala.
Además, a pesar de que las empresas que más invierten en el mundo en Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) están o estuvieron en sus orígenes ligadas a universidades y centros de investigación, el que la comisión esté conformada principalmente por representantes de la academia no lo deja del todo satisfecho. «Si seguimos sólo la lógica de la I+D (transformar el dinero en conocimiento) sin incluir la innovación (transformar el conocimiento en dinero), esto se transformaría en un centro de costos para el país y la posibilidad de generar impacto tendría demasiadas barreras. Por eso debemos ser cuidadosos en equilibrar ambas partes del círculo, integrando también la visión empresarial», señala.
Como representante del gremio más importante de empresas que basan sus negocios en ciencia en el país, Covarrubias señala que una futura cartera debería incorporar temas regulatorios, la estandarización y promoción internacional, el diseño de instrumentos de financiamiento y la atracción de capital extranjero, además de gestionar por completo el círculo de la I+D+i.
Además, explica que debería poner especial atención a las industrias del futuro donde Chile podría crecer fuertemente: energía, software y tecnología, y biotecnología y salud, desarrollando planes estratégicos específicos que logren crear un ecosistema que las sustente.
«Para esto es importante que se mantengan mesas de trabajo con los diferentes actores de cada una de estas áreas, ya que los desafíos son sectoriales y específicos para cada una, que sin un grupo público-privado y académico bien equilibrado, va a ser imposible avanzar efectivamente en su desarrollo en Chile», estima.
Por Alejandra Maturana y Francisca Orellana
Fuente: Diario Financiero
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