El cambio climático ya se está haciendo presente en Chile y se vaticina que para el año 2050, nuestro país será más caluroso, menos lluvioso, más propenso a tormentas, con más días nublados y con una menor disponibilidad de agua.
Este nuevo escenario afectará directamente a la agricultura que se verá dañada debido al aumento de sequías y heladas.
Por esta razón, es que un grupo de investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura (CEAF) de la Región de O´Higgins, se encuentra trabajando desde el año 2009 en desarrollar y adaptar árboles frutales que en el futuro sean más resistentes a los efectos del cambio climático.
A través de sus distintas líneas de investigación, los científicos de este centro han logrado crear nuevos portainjertos, es decir, una planta que ya tiene desarrollada sus raíces y que se usa para injertar sobre ella un pequeño brote de otra, eliminando el ramaje de la planta original.
Al final de este proceso se logra formar un nuevo árbol frutal que está compuesto de dos individuos que genéticamente son distintos, todo esto con la finalidad de crear plantas que puedan tolerar mejor los cambios climáticos actuales.
«En el centro estamos realizando estudios desde el nivel molecular, para ver cómo se expresan algunos genes frente a estos problemas; a nivel fisiológico, para ver qué cambios se generan al interior de la planta; a nivel anatómico, para ver los tipos de adaptaciones que genera la planta frente a los cambios y a nivel de campo, para ver cómo las plantas se van comportando en su ambiente natural», señala Mauricio Ortiz, Director Interino del CEAF.
Combatiendo el estrés
Uno de los primeros estragos que está dejando el cambio climático en la agricultura actual tiene que ver con los estreses medioambientales, conocidos como «estreses abióticos», que son la asfixia radical, la sequía y la salinidad y que hoy, son la mayor causa de pérdida de productividad a nivel mundial y constituyen un problema creciente para la fruticultura chilena.
Para Francisco Duboy, Presidente de Asproex, Asociación de Productores y Exportadores de la Región de O´Higgins, el cambio climático tiene muy preocupada a la industria agrícola.
«Este año podemos ver que la madurez de nuestra fruta salió dispareja, producto que han cambiado las temperaturas y las fechas de los ciclos, hemos tenido lluvias en verano o fuertes heladas, entonces estamos aprendiendo a vivir con este nuevo escenario que, al final, conlleva muchas pérdidas económicas», comenta.
«Por eso es que tenemos muchas esperanzas en el trabajo que está realizando el CEAF, estamos en contacto permanentemente con ellos y conociendo los resultados de sus estudios, para que podamos contar con las variedades de frutas que se adapten al cambio climático, que sabemos nos traerá menos agua, más calor y cambios abruptos en las estaciones del año», señala el representante de Asproex.
Mejoramiento genético
Los países tienen problemas que le son particulares y que no pueden ser resueltos sólo por la vía de la importación de variedades. En el caso de las especies del género Prunus en Chile (ciruelo, cerezo, duraznero, damasco y almendro) existen problemas como alta alcalinidad del suelo, presencia de enfermedades bacterianas, condiciones de baja o muy alta retención de agua de los suelos, etc.
Para esto, la línea de mejoramiento genético del centro de investigación, está desarrollando portainjertos clonales, es decir el árbol seleccionado que demostró resistencia a condiciones extremas, se multiplica de tal forma que todos los árboles son idénticos del original, asegurando una producción homogénea en el huerto.
«Desarrollamos nuevos portainjertos que permitan a los agricultores enfrentar los nuevos desafíos de la agricultura moderna. Este programa se basa en la obtención de nuevos materiales vegetales a partir del cruzamiento de especies distintas pero dentro de un mismo género, como por ejemplo un árbol de durazno con uno de ciruelo. Queremos desarrollar nuevos materiales que se adapten a las condiciones chilenas y que sea genética propia de nuestro país», explica el Dr. Felipe Gaínza, encargado de la Línea de Mejoramiento Genético del CEAF.
Clonando ADN
Al igual que en el resto de los organismos, las reacciones de las plantas frente a distintas condiciones medios ambientales están determinadas por los genes que ellas portan.
«Nosotros secuenciamos los genes por ejemplo, de una planta que hemos probado que es tolerante a la sequía y lo comparamos con una planta de la misma especie que se mostró sensible. Con esto podemos comprender cómo ha evolucionado el genoma de las plantas y realizar una selección temprana de aquellos genes que toleraron bien los estreses medioambientales», explica Rubén Almada, Encargado de la línea de Genómica del CEAF.
Para realizar este trabajo, los investigadores utilizan técnicas de biotecnología para clonar los genes de las plantas más resistentes a través de su ADN, con esto desarrollan herramientas moleculares que ayudan a seleccionar tempranamente los portainjertos desarrollados por el centro.
Desde la raíz
El sistema de raíces son un componente clave para el rendimiento y la calidad de las cosechas, siendo muy importantes para la sustentabilidad del huerto en el mediano y largo plazo en el caso de frutales, los que generalmente corresponden a cultivos de alto valor y requieren una importante inversión.
Por eso otra de las líneas de investigación del CEAF es la de Agronomía, aquí se evalúa el comportamiento agronómico de los portainjertos que desarrolla el Programa de Mejoramiento Genético del centro, así como su resistencia a estreses medio ambientales, a las plagas y enfermedades del suelo y al efecto de prácticas de manejo de los residuos de poda sobre las propiedades físicas y químicas del suelo, de manera de valorizarlas y promoverlas entre los agricultores.
«Nosotros estudiamos y evaluamos las raíces, las vamos clasificando se acuerdo a su grosor para obtener una caracterización del sistema radical de cada uno de los portainjertos. La idea es entregarles información a los productores para ver qué tipo de portainjerto le va a ser útil de acuerdo al tipo de suelo que tiene» indica Michelle Morales, Encargada del Departamento de Agronomía.
Iniciativa pionera en la fruticultura
El CEAF es el primer centro del país en el área de investigación frutícola que agrupa a científicos de primer nivel, su construcción 700 mt2 tuvo un costo de 2 mil millones de pesos y fue co-financiado por CONICYT junto al Gobierno Regional de O´Higgins, más la participación del INIA, Las Universidades de Chile y Tecnológica Metropolitana y la Asociación de Exportadores de la VI Región.
Se espera que la investigación de categoría mundial que se está desarrollando en el Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura, contribuya a mejorar la competitividad, rentabilidad y sustentabilidad de la industria frutícola a través de soluciones científicas y tecnológicas.
Fuente: www.cooperativa.cl
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