Es poco lo que se sabe hasta ahora sobre dinosaurios, al tiempo que se siguen realizando descubrimientos que cambian el panorama de cómo se imagina la Prehistoria. Basta con pensar en la larga discusión acerca de la extinción de los dinosaurios o en el cambio de cómo se ilustra al Tiranosaurio, cuya postura pasó de ser erguida a una mucho más agachada y similar a la de aves como los pollos.
Es en este punto, entre el Tiranosaurio y el pollo, donde aparece la investigación de los Biólogos de la Universidad de Chile Bruno Grossi, José Iriarte-Díaz, Omar Larach y Rodrigo Vásquez, y el Radiólogo y Bioestadístico Mauricio Canals, quienes consiguieron demostrar que si se modifica el Centro de Masa de un pollo, mediante la adición de una cola que simula la que tenían los dinosaurios, su forma de caminar se corresponde con la idea que se tiene de cómo se movilizaban los terópodos.
La idea logró sorprender al mundo científico y junto con publicar sus resultados en la revista PLOS One en 2014, fueron premiados en la categoría de Biología en la vigésimo quinta ceremonia de los IgNobel, el pasado 17 de septiembre en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard. Los IgNobel son una sátira norteamericana de los premios Nobel organizada por la revista de humor científico “Annals of Improbable Research” (AIR), en los que se reconoce a distintas investigaciones bajo el lema de “primero hacer reír y después hacer reflexionar”.
La gallina y el sopapo
La idea detrás de esta investigación surgió de un experimento realizado por los biólogos norteamericanos Matthew Carrano y Andrew Briewener en 1999, en el cual pusieron una cola artificial a un gallo adulto para observar si había cambios en la locomoción del animal, pero no se produjo el resultado esperado. A partir de ello, Grossi y compañía modificaron algunos valores y pusieron colas falsas a un grupo experimental de 4 pollos con pocos días de vida comprados en La Vega Central: la cola era una pequeña vara de madera pegada a una base de masa de moldear y acoplada al ave con una malla (para muchos, un sopapo atado a un pollo), con un peso total equivalente al 15% del animal y de una forma tal que no lo incomodara.
El tamaño de la cola y su peso se cambió cada 5 días en la medida que la gallina crecía, todo con la finalidad de demostrar que si el Centro de Masa del ave se trasladaba hacia la cola, los huesos, articulaciones y musculatura de sus extremidades cambiaban respecto de los pollos del grupo de control. El resultado fue positivo, pues consiguieron que las piernas del pollo pasaran de un movimiento casi nulo del fémur y muy centrado en la rodilla, a uno con una posición mucho más vertical de dicho hueso y una locomoción casi idéntica a cómo se imagina que caminaban terópodos como los velocirraptor y tiranosaurios. El descubrimiento de los chilenos ayudaría a entender y comprobar las teorías sobre la movilización de estos reptiles bípedos prehistóricos.
Otros estudios premiados en la ceremonia realizada en la Harvard fueron una escala que determina en qué partes del cuerpo duele más una picadura de abeja (Fisiología y Entomología), la forma de descocer un huevo en la categoría de Química, y el término “¿Eh?”, y sus equivalentes, como una expresión universal cuando no entendemos algo (Literatura).
Para ver el video de la investigación, haz click aquí
Por Daniela Abarca
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