Iván Dimov, Ingeniero Civil Eléctrico de profesión, pero apasionado por la biotecnología, divide su tiempo entre varias empresas y proyectos con un solo fin: desarrollar tecnologías que impacten en la sociedad.
La vida de Ivan Dimov ha estado marcada por los traslados y por la constante búsqueda de nuevos proyectos y desafíos. Nacido en Bulgaria, se fue primero a África y luego a Chile a los 17 años, para después migrar a Francia, hacer un doctorado en Irlanda y finalmente asentarse en San Francisco, Estados Unidos. Ingeniero Civil Eléctrico de profesión, su gran pasión es el desarrollo de tecnologías que mejoren la calidad de vida de las personas desde la biotecnología.
Actualmente trabaja en la Universidad de Stanford, en la que aunque tiene el título de instructor, su labor no incluye hacer clases, solo investigación.
El afán de Iván por innovar lo ha llevado a ser un «inquieto». De hecho, él mismo asegura que hoy debe tener entre 4 o 5 proyectos corriendo en paralelo. «Uno de ellos es para crear nuevas tecnologías para poder secuenciar el genoma con resolución unicelular en una gran población de células, buscando entender cómo se produce el envejecimiento de las células madre sanguíneas», comenta.
«El otro proyecto es que estamos diseñando nuevas tecnologías para seleccionar células para trasplantes. Actualmente no tenemos la capacidad de manipular finamente la funcionalidad del trasplante, así que lo que buscamos es diseñar un trasplante efectivo y que tenga los componentes necesarios para alcanzar la funcionalidad deseada. Estamos trabajando actualmente en un prototipo clínicamente viable, el cual está en proceso de validación».
Pero quizás uno de sus emprendimientos más interesante es la empresa Diassess, cuya tecnología revolucionaria permitirá realizar exámenes con resultados tan exactos como los hechos en un laboratorio, pero con un dispositivo desechable, de precio alcanzable y pequeño tamaño. «Es como un test de embarazo para diagnosticar influenza, es desechable y tiene la precisión de un PCR en un laboratorio central. Un examen de este tipo en EE.UU puede costar 300 USD aprox., y nuestro test costaría una décima parte; además convierte un proceso que demora 3 días en entregar resultados, a uno que demora solo 20 minutos», asegura.
La idea es que en el futuro este test –cuyos prototipos hoy están en proceso de aprobación por la FDA- pueda ser usado como una plataforma para detectar enfermedades de transmisión sexual e infecciones, y así mejorar el proceso de diagnóstico en países con menores recursos o con dificultad de acceso a laboratorios centrales.
“Me encanta inventar nuevas tecnologías, y más aún cuando ellas se transforman desde publicaciones e investigaciones en el laboratorio a algo tangible que impacta a la sociedad”, afirma Iván.
El camino previo
Para llegar donde está, su carrera comenzó en la Universidad de Los Lagos, donde cursó un año de Ingeniería Civil Industrial para después cambiarse a la Universidad Federico Santa María (USM) a estudiar Ingeniería Civil Electrónica. Fue en esa universidad que tuvo su primer acercamiento con la biotecnología.
“Mientras cursaba los ramos de mi carrera, decidí tomar un ramo electivo que me introdujo a la biotecnología. Este nuevo mundo me sorprendió. La complejidad de los sistemas biológicos me impresionó, y fue fascinante entender las analogías con los sistemas electrónicos. Aprender la estructura de la célula, cómo opera, cómo está compuesta, etc.”, recuerda.
En los 8 años que vivió en Chile, Iván co-fundó dos centros de investigación, uno en la Universidad Federico Santa María y otro en la Católica de Valparaíso, los cuales correspondieron al Centro de Robótica de la USM y al Centro Tecnológico Hospitalario de Chile, respectivamente.
Tras desarrollar un magíster en Telecomunicaciones y Sistemas Computacionales en la misma universidad de su pregrado, se fue a Francia a trabajar como investigador tratando de entender cómo funcionaba el cortex visual.
La siguiente parada fue Irlanda, lugar en que obtuvo su grado de Doctor en Applied Biophysics en Dublin City University. Uno de sus profesores tutores de doctorado era de la Universidad de Berkeley, California.
«Este profesor se había ganado fondos para unos proyectos grandes de la Unión Europea, y él me convenció que si quería hacer innovación que impactara a la sociedad, tenía que irme con él.» El proyecto en Europa se trataba de un centro de diagnóstico biomédico de Irlanda. «La oferta fue muy tentadora, y me embarque en la aventura.»
Después de terminar su doctorado en Irlanda, el mismo profesor que lo invitó al proyecto europeo, lo convenció de ir a Estados Unidos a expandir el área de investigación y seguir persiguiendo el sueño de impactar a la sociedad a través de nuevas tecnologías. Hoy Iván está cumpliendo sus objetivos y acercándose cada vez más a tener un impacto directo en la vida de muchos de nosotros.
«El que no se arriesga no cruza el río» podría ser una frase que describe a este investigador y en sus palabras, lo que se necesita para alcanzar las metas es contar con un equipo profesional de confianza, tener una perseverancia sin límites y «creer en tu sueño y arriesgarte. A veces hay que perder otras oportunidades importantes para lograr lo que quieres».
Por Daniela Abarca González
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