Ingeniero Comercial de profesión y emprendedor científico de vocación, Alejandro Tocigl relata la ruta que ha recorrido para sacar adelante Miroculus, una plataforma de diagnóstico basada en microARNs.
El vínculo de Alejandro Tocigl con el mundo científico no vino cuando estaba el colegio, ni en el pregrado ni en el postgrado. Mientras estaba en Singularity University buscando nuevos conocimientos y desafíos para su carrera profesional, tuvo que desarrollar un proyecto que buscara alguna solución, mediante la tecnología, a los desafíos que enfrenta la sociedad hoy en día.
Su grupo de trabajo, compuesto por la científica griega Foteini Christodoulou y el Ingeniero Electrónico mexicano, Jorge Soto, decidió utilizar los conocimientos que cada uno de ellos poseía y convergerlos hacia un trabajo que tuviera el potencial de transformarse en una solución real para alguna problemática.
Christodoulou había estudiado por diez años los microARN, de hecho, su doctorado lo realizó en el Instituto de Biología Molecular de Europa en Heidelberg, en donde investigó el rol de los micro ARN en el cáncer de tiroides. Para Alejandro y Jorge era evidente que tenían que enfocar su proyecto en este tema.
Y así fue. El grupo se propuso desarrollar una plataforma de diagnóstico molecular basada en micro ARN, que fuese económica y fácil de usar, de modo que el acceso a ésta fuera más universal.
Trabajo a distancia
Una vez terminada la experiencia en Singularity, Alejandro volvió al país pues su trabajo dentro del equipo de inversiones en empresas de la Fundación Chile lo esperaba. El proyecto que había formulado en Estados Unidos seguía andando y cada sábado se reunía por Skype con sus otros dos compañeros para seguir afinando detalles de lo que sería Miroculus.
“Postulamos a tres competencias de emprendimiento: en Grecia, en México y en Chile; ganamos las tres. Con eso dijimos ‘veamos entonces si podemos detectar la molécula que necesitamos’. Nos fuimos a Alemania donde Foteini había hecho su doctorado y montamos un laboratorio de una persona”, recuerda. La persona contratada para trabajar allí estaba a cargo de elaborar la prueba de concepto que confirmara la capacidad de detectar microARN con un nuevo método mucho más simple del que se usaba anteriormente. En Julio de 2014 obtuvieron los resultados: la base del protocolo estaba funcionando.
Con esta noticia, el chileno decidió dedicarse al emprendimiento a tiempo completo y se fue a vivir a México. Junto a Jorge, decidieron armar el prototipo del hardware y software ahí, para luego partir a Estados Unidos en búsqueda de la primera ronda de inversión. Se dio 5 meses de plazo.
En ese intertanto había conseguido una primera inversión de un fondo mexicano, dinero que le alcanzó para la elaboración del prototipo y para que junto a sus compañeros pudieran recorrer distintas ciudades en busca de financiamiento. Después de 107 reuniones, obtuvieron 7 sí. “En la primera reunión nos destruyeron, tuvimos que cambiar todo. De hecho, el primer sí vino como en la reunión 15, lo cual nos ayudó para poder seguir”, señala Tocigl.
En marzo de 2015, justo antes de cerrar la ronda de inversión, se trasladó definitivamente a Estados Unidos.
El potenciamiento de Miroculus
Una vez en San Francisco e instalado en QB3 (California Institute for Quantitative Biosciences), comenzó la búsqueda de nuevos integrantes para el equipo que tuvieran conocimientos más específicos y que permitiera continuar con el desarrollo de la plataforma.
Con esto, durante el último año y medio Miroculus ha continuado optimizando la tecnología de la plataforma, de modo de hacerla cada vez más sensible y específica. Además, ha buscado la correlación específica de las combinaciones de moléculas con determinadas enfermedades.
Según relata Alejandro, uno de los grandes problemas al cual se tuvo que enfrentar durante este período fue el acceso a muestras clínicas de cáncer gástrico para probar la plataforma. En esa búsqueda, el NIH le dijo que no le daría acceso a ellas por no tener datos que demostraran que podían hacer la detección. Sin muestras, era casi imposible probar la plataforma y, en consecuencia, era imposible demostrar que podía detectar el cáncer.
Fue así como el Ingeniero Comercial recurrió al Dr. Alejandro Corvalán, en Chile, médico con amplia trayectoria en investigación clínica en cáncer gástrico, quien le facilitó las muestras que necesitaban.
“Nos fue muy bien, con esos resultados fuimos de vuelta al NIH, quienes nos dijeron que nunca habían visto algo así antes y nos dieron acceso a más de 400 muestras de distintos países del mundo. Estamos metidos en uno de los proyectos más grandes que se haya hecho nunca de cáncer gástrico y micro ARN”, relata con emoción.
Proyectos futuros
Hoy en día, además del trabajo con cáncer gástrico, Alejandro señala que Miroculus fue contactado por la Universidad de California en San Francisco para buscar combinaciones de moléculas que permitan determinar cardiopatías producidas por el mal de Chagas.
Según indica, “la idea es crear una plataforma que sólo leyendo los RNA que tienes en tu sangre pueda determinar qué enfermedad tienes”.
Aun si su futuro no esté siempre ligado a esta empresa, el chileno tiene claro que quiere seguir en esta área. “Yo tengo clarísimo que quiero estar ligado siempre al emprendimiento científico. Por primera vez creo que gente no relacionada con ciencias se puede meter a ciencias, tienen que haber equipos multidisciplinarios para desarrollar algo nuevo”, finaliza.
Por Catalina Valencia Antillanca
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