Alejandro Rojas es Bioquímico de la Universidad de Chile y recientemente terminó su doctorado en la escuela de Medicina de la New York University (NYU). Hoy por hoy trabaja junto a un grupo de inversionistas de riesgo, Third Rock Ventures, en lanzar una nueva empresa -donde será un científico- para la búsqueda de nuevos medicamentos para el tratamiento de enfermedades genéticas. Pero su trayectoria comenzó varios años antes, mientras trabajaba en el laboratorio del Dr. Sergio Lobos en Universidad de Chile. Ya entonces, sabía que haría un doctorado, por lo que fue construyendo el camino que lo llevaría al tema investigativo que actualmente desarrolla: la regulación de la expresión génica.
Su primer acercamiento a esta área de investigación ocurrió precisamente con el Dr. Lobos, quien trabajaba la regulación de la expresión génica en hongos linolíticos -que infectan la madera y afectan a la industria forestal- en un proyecto cuyo fin era reducir el uso de químicos en la producción de celulosa. “Ahí yo sabía que quería hacer eso, pero en células humanas o en mamíferos”, afirma.
Luego de participar en el evento Science and Friendship, organizado por la Fundación Ciencia para la Vida, Alejandro conoció a varios estadounidenses, con quienes entabló amistad y que, cuando dejaron Chile, le dijeron “ven a visitarnos. Al año siguiente me fui a San Francisco por 2 meses a hacer un curso de inglés y a buscar pega; ya sabía que quería hacer el doctorado fuera, ya sabía que quería trabajar fuera y sabía más menos en lo que quería trabajar, entonces fui, hablé con una ‘chorrera’ de profes en la Universidad de California, San Francisco (UCSF). En ese tiempo estaba ahí Sebastián Bernales y yo ya había conocido a Peter Walter, su jefe, cuando fue el Science and Friendship, entonces él me ayudó un montón a escribirle a otros profes diciéndoles ‘oye, está este cabro que quiere trabajar’”.
Consciente de la importancia que tenía poseer experiencia trabajando en el país donde un postulante quiere hacer su postgrado, Alejandro también quiso conocer antes Estados Unidos para saber si le gustaba el ambiente o no. Estando en San Francisco y luego de un par de entrevistas, Rojas le escribió a quien fue su mentor durante el doctorado, le contó que se encontraba trabajando y estudiando inglés y al día siguiente, lo llamaron, conversaron y le ofrecieron un trabajo en Nueva York. Y “claro, este laboratorio trabajaba exactamente lo que yo quería: regulación de la expresión génica”, asegura.
Las ventajas de trabajar con el Dr. Danny Reinberg, su jefe durante su doctorado y también chileno, es que él fue uno de los pioneros en describir los factores básicos que se necesitan para tener transcripción en promotor humano, siendo también uno de los primeros en desarrollar un ensayo in vitro que podía tener transcripción y, con eso, producir un promotor para que el RNA polimerasa empezara a hacer RNA.
“Lo bueno y la suerte que tuve es que yo le dije a mi jefe que a mí no me interesaba ser un técnico y estar haciéndole experimentos al resto sin tener idea de lo que están haciendo. Él se interesó en la idea que yo tenía y me puso a trabajar con un postdoc, pero me puso a trabajar como normalmente trabajan los estudiantes, dependiendo más del postdoc que trabaja contigo”, afirma Alejandro. El proyecto, implicaba la búsqueda de proteínas que reconocían una de las modificaciones en la histona y que está relacionada con la expresión de genes. “Por ejemplo, hay diferentes modificaciones que se relacionan a genes que están prendidos o genes que están apagados, y hay un par de modificaciones que, se sabía en ese tiempo, están enriquecidas con ese promotor activo, o sea que cuando hay harta transcripción, estas proteínas están haciendo algo a la histona que se enriquecen en esta modificación. Entonces lo que hicimos fue agarrar la cola de estas histonas, que estaba modificada y encontrar factores que reconocían esto, y ver qué es lo que hacían”, agrega Rojas sobre su proyecto inicial, asegurando que trabajar en un laboratorio como ese fue muy enriquecedor para su carrera. “Lo que me gusta del laboratorio es que puedes llevar tu historia a lo que tú quieras y depende solo de ti aprender nuevas técnicas”, señala.
Alejandro trabajó 2 años en ese laboratorio antes de realizar su doctorado, en el cual estuvo en total 7 años estudiando. Y aunque sus planes fueron seguir en Nueva York y hacer un posdoctorado, surgió la oportunidad de aplicar su conocimiento de los mecanismos de regulación de la expresión génica para desarrollar nuevos medicamentos para enfermedades que hoy no tienen tratamientos efectivos.
Sus vínculos con el país los mantiene trabajando en Nexos Chile-USA, una organización de científicos chilenos en Estados Unidos que busca generar y fortalecer colaboraciones entre sus miembros, además de apoyarlos en su llegada a EE.UU. Después de participar en la primera reunión, donde conversó con los organizadores del evento, le pidieron a Alejandro que organizara la reunión en Nueva York y tras ello, terminó haciéndose cargo de las redes sociales de la agrupación.
Actualmente, y en la línea de apoyar a los chilenos que llegan a Estados Unidos a estudiar, Nexos Chile empezó un programa de Brain Exchange, donde contactan a profesores chilenos en EE.UU para que digan “qué perfiles de chilenos les interesa traer y que abrieran posiciones para chilenos, postdoc, etc. Porque igual es difícil llegar a un lugar y no entender nada de cómo funciona, por las máquinas o porque no sabes tanto inglés, entonces tener un profesor que sabes que es chileno, facilita esa presión inicial. Porque igual es difícil, cuando llegué mi jefe no estaba, justo andaba de vacaciones en Chile y no lo había conocido ni nada, entonces también llegué como buscando el laboratorio yo solo”, finaliza Alejandro, recalcando la importancia que tienen las redes de apoyo.
Por Daniela Abarca G.
¿Quieres dejar un comentario ?