Bioquímico de la Universidad de Santiago de Chile y actualmente cursando su postdoctorado en el MIT, Francisco Flores dedica sus días a investigar cómo los anestésicos afectan al cerebro y cómo eso conduce a la pérdida de consciencia.
Desde sus estudios de pregrado hasta ahora, el chileno Francisco Flores ha apuntado hacia la neurociencia como su área de interés. Mientras terminaba su Doctorado en Ciencias Biomédicas en el Laboratorio de Neurosistemas de la Universidad de Chile, guiado por el profesor Pedro Maldonado, supo de una atractiva oportunidad en Boston.
El profesor Emery N. Brown, a quien había conocido durante un curso en Woods Hole y que investigaba en el Massachusetts General Hospital, estaba cambiando su línea de investigación hacia una que calzaba perfecto con el interés investigativo del chileno, lo cual, al mismo tiempo, le permitía tener una continuidad con el trabajo que ya venía haciendo. “En el doctorado trabajé en un problema de percepción que es el problema del binding: a nivel primario las neuronas responden sólo al borde de los objetos, pero nosotros percibimos objetos completos y distintos de otros objetos. Entonces, el problema es cómo se produce esa unión de diferentes bordes en un objeto coherente”, relata.
Se contactó directamente con el Dr. Brown y le manifestó su intención de trabajar en su equipo. Éste le concedió una entrevista, pero para ello, tuvo que viajar a Boston y someterse a charlas y reuniones durante 3 días. El destino forjado tras esos 3 días de presentaciones en Estados Unidos fue totalmente sorpresivo para Francisco, porque “cuando yo hice la entrevista pensé que iba a trabajar en el Hospital [Massachusetts General Hospital], nunca pensé que iba a terminar en el MIT. Eso también es interesante porque mi jefe me hizo entrevistar por otros profesores del MIT, probablemente para obtener su opinión respecto a mi». Finalmente, fue aceptado en el Neuroscience and Statistics Research Laboratory del MIT.
Se trasladó junto a su esposa a Boston y se abocó de lleno a la labor investigativa: estudiar la caracterización de los fenómenos oscilatorios durante los estados de sueño y la anestesia general se transformó en su proyecto de cabecera.
Estas oscilaciones, que son características de la actividad eléctrica del cerebro, pueden informar sobre los diferentes estados en que éste opera. Francisco ha estudiado los patrones periódicos y oscilatorios durante los estados fisiológicos y patológicos que exhiben los potenciales de membrana, potenciales de acción y potenciales de campo eléctrico.
Con una alta motivación por lo que está realizando, el científico no cierra la puerta a quedarse más tiempo allá, sobre todo considerando la buena calidad de vida que se puede lograr en esa ciudad. De hecho, una de las cosas que más rescata de Boston es el alto nivel educativo e intelectual que existe. Al respecto, recuerda con gracia una anécdota que vivió en el MIT: “una vez llegó una invitación para ir a una clase que era de inferencia a través de gráficos y yo me imaginé que los gráficos eran los típicos que uno ve porque la palabra en inglés es graphs. Entonces fui a la clase y resultó que no, que la clase era de grafos, que son redes de círculos y flechas que los conectan, y la teoría matemática detrás de eso. La clase estaba a un nivel en que no sabía de qué estaban hablando”.
Por otro lado, al pensar en un posible regreso al país, hace hincapié en los problemas a los que actualmente se está enfrentando la comunidad científica y que demuestran la falta de una política a largo plazo, bien implementada y bien pensada. “Es gracias a todos los científicos que hacen investigación básica que se produce un avance de conocimiento tan grande. Es gracias a eso que se puede producir el avance tecnológico”.
Por Catalina Valencia Antillanca
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