El investigador de la University of Texas, Health Science Center at Houston, Marcelo Chacón, se reunió con Redbionova y relató detalles de su trabajo en Estados Unidos y cómo se produjo el salto desde Santiago a América del Norte.
En 2008, luego de haber terminado el Doctorado en Ciencias Biológicas en la Pontificia Universidad Católica y haber comenzado a trabajar en la Fundación Ciencia & Vida -donde su laboratorio buscaba una droga para el Alzheimer-, el Biólogo Marcelo Chacón inició la búsqueda para realizar su postdoctorado en Estados Unidos.
Recibió respuestas desde el MIT y la University of California, San Diego, específicamente desde el laboratorio de Lisa Boulanger, que se dedicaba al estudio de MHCI, una familia de proteínas del sistema inmune que recientemente había sido encontrada en el cerebro. Fue a una entrevista con esta última y en 2009 emprendió vuelo hacia California. Al tiempo después, la profesora se trasladó a Princeton y Marcelo fue el único del equipo que la acompañó.
“En Princeton era un lab súper chico, con dos postdoc. Aquí no era como en Chile en que los postdoc enseñaban a los otros, sino que cada uno tenía su tema, lo cual enlentecía el trabajo. Al año, traté de postular a becas, pero no me gané nada y la profe me dijo que no tenía más plata, que me buscara otro lugar porque no sabía si tendría”, señala. Pese al corto tiempo que estuvo en ese laboratorio publico un paper describiendo la expresión de MHCI en precursores neuronales de embriones de ratón.
Dadas las circunstancias y lo incierto que se veía su futuro en New Jersey, comenzó a contactar laboratorios que pudieran recibirlo. Uno de esos correos lo envió a Suzanne Zukin, investigadora del Albert Einstein College of Medicine, quien le señaló que no tenía cupos disponibles. Al día siguiente recibió un correo de Donald Faber indicándole que había recibido sus antecedentes (enviados por Zukin) y preguntando si tenía interés en aprender electrofisiología, ya que necesitaba un postdoctorado que trabajara en esa área.
Para Marcelo, tener la oportunidad de conocer un tema nuevo era muy atractivo, “a mi edad, que me ofrecieran aprender algo desde cero era fantástico”.
A pesar del entusiasmo inicial, el comienzo en el Einstein no fue fácil. “La electrofisiología siempre me había llamado la atención y es bastante complicada, es otro idioma, de hecho, todavía me pierdo a ratos, pero me gusta. Al principio fue complicado porque la técnica es difícil, pero a los 6 meses ya la tenía”.
Con la técnica ya aprendida, el tema específico en el que se enfocó el chileno fue las respuestas celulares en la enfermedad de Huntington. Según explica, “lo que hicimos ahí fue trabajar con modelos de ratones transgénicos y algo que se descubrió acá antes de que yo llegara fue que la respuesta a la activación repetida de neuronas del núcleo estriado, que son las que mueren en esta enfermedad, está alterada. Es decir, encontramos que después de varias activaciones la neurona sigue disparando potenciales de acción, lo que no ocurre en los ratones normales. Esto podría explicar por qué estos ratones son más hiperactivos, son un poco más agresivos”.
Sumado a eso, durante esa investigación “identificamos un canal de potasio como un posible target de esta enfermedad y mostramos que cuando activamos ese canal de potasio, el fenómeno en transgénicos se ve mejorado, parecido al control”.
Según relata el investigador, en Estados Unidos la colaboración es fundamental para el desarrollo de la ciencia. Un ejemplo de ello es que una fundación de Huntington visualizó la similitud en la investigación que ellos estaban realizando con la de un grupo del MIT, por lo que les propuso que trabajaran en conjunto y expandieran lo que estaban ya realizando. “Yo acá me he dado cuenta que la gente que viene a dar Seminarios, al final de su presentación, muestran a los colaboradores y es una lista enorme. Yo creo que acá el networking en ciencias está incorporado, es esencial”, afirma.
Aun cuando la idea de trasladarse y continuar su investigación en Israel era algo que rondaba en su cabeza – su esposa, también científica, es israelí -, Marcelo junto a su familia dejó su laboratorio en el Albert Einstein College of Medicine y comenzó a hacer un nuevo postdoctorado en la University of Texas, Health Science Center at Houston (UTHealth).
En este lugar trabaja en el laboratorio de Claudio Soto, un chileno radicado en Estados Unidos hace varios años y con quien Marcelo ya había colaborado anteriormente. Su nueva investigación se enfoca en la participación de la proteína Tau en diferentes enfermedades del sistema nervioso central y en una posible función no neurodegenerativa de proteínas amiloides. Ademáss será el encargado de hacer electrofisiología colaborando con varios miembros del laboratorio. “En el lab de Claudio me he reencontrado con el tema en el que trabaje por muchos años en Chile, así que el desafío es grande y muy motivante”.
Por Catalina Valencia Antillanca
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