Pocos resultados positivos muestra Chile en el informe sobre Ciencia y Tecnología de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, que publicó ayer el organismo internacional. El estudio abarca a los 34 países miembros y a otras naciones tanto desarrolladas como en desarrollo con buenos indicadores.
El mayor déficit de Chile es en términos presupuestarios, ya que aparece como el país que menos invierte en ciencia del conglomerado, con menos del 0,5% del PGB destinado a la investigación científica.
Además, Chile es el país de la OCDE que tiene menos personas dedicadas a esta actividad, menos de dos por cada mil personas, según el informe. El más alto es Israel, con más de 20 personas por cada mil.
«El problema más serio es la falta de científicos. No hay suficientes para que se hagan cargo de la innovación», admite Juan Asenjo, presidente de la Academia de Ciencias y director del Centro de Biotecnología y Bioingeniería (Cebib) de la Universidad de Chile.
Países como Vietnam, que no es OCDE, están invirtiendo el 0,7 por ciento del PGB en ciencia, comenta Asenjo. «Todos los países están avanzando y nosotros no. Si no nos ponemos las pilas, ahí nos vamos a quedar», advierte.
«Los resultados son esperables porque sabemos que tenemos una inversión bajísima, apenas 0,4 por ciento del PGB. A eso se suma que no tenemos una institucionalidad formal y robusta que responda a las necesidades de la época», sostiene el bioquímico y ex rector de la Universidad Nacional Andrés Bello y ex presidente de Conicyt, Manuel Krauskopf.
Al científico le llama la atención la paradoja de que, aunque Chile figura entre los cuatro países de la OCDE que más invierten en educación superior, en lo que se refiere a aportes de privados y del Estado para la investigación y desarrollo aparece entre los tres últimos.
Chile también figura último en cuanto al porcentaje (menos de 2%) de la población con doctorados en relación con el total de los chilenos en edad laboral.
«Esto muestra que nuestra población es menos educada que el resto de los países OCDE», advierte Krauskopf. Según el científico, los doctorados son el camino más corto y sistemático para ampliar la capacidad de pensamiento complejo de las personas.
Otro dato: el porcentaje nacional de graduados en ciencias naturales e ingeniería es menor a 20% del total de graduados en todas las disciplinas.
En lo que sí destaca el país es en investigación conjunta con centros internacionales: figura entre las cinco naciones que más desarrollan su ciencia por esta vía. De hecho, el área más destacada en cuanto a publicaciones citadas es la de las Ciencias de la Tierra y Planetarias, lo que incluye la geología, sismología y astronomía.
Totalmente conectados
El otro indicador en el que Chile aparece destacado es el acceso a publicaciones internacionales. Figura en el tercer lugar tras Colombia y Brasil.
«Tenemos unas redes espectaculares. Estamos totalmente conectados al mundo y la calidad de los investigadores es excelente. El problema es el número de personas que hacen ciencia y la falta de inversión», reconoce Asenjo.
Para Krauskopf tampoco hay una racionalización de la arquitectura del sistema de educación. «Nos hemos quedado estancados en la tradición hiperprofesionalizante con pregrados muy largos y asignaturas rígidas».
La tendencia mundial, advierte, va por otro lado, por abrir abanicos de oportunidades para generar habilidades blandas en programas cortos y luego viene la especialización.
Otro tema que le preocupa es el escaso financiamiento que recibe hoy la ciencia y que proviene principalmente de las propias universidades a través de lo que obtienen con las matrículas. «¿Cómo se van a mantener los niveles de calidad y productividad que, pese a todas las limitaciones, existen hoy si el plan de gratuidad solo apunta a financiar el arancel? No se han dado cuenta todavía de eso».
Por Richard García
Fuente: www.economiaynegocios.cl
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