En 2014, un estudio de la Universidad de Washington situó a Chile entre los 10 países con más obesos menores de 20 años. Se trata de toda una generación que, de continuar con sobrepeso, padecerá las diversas enfermedades derivadas de esta verdadera “epidemia”. Por si fuera poco, el mes pasado una investigación del programa Aliméntate Sano de la Universidad Católica reveló que sólo uno de cada diez chilenos tiene una alimentación saludable.
Para revertir las cifras, no todo pasa por más ejercicio físico o más máquinas de gimnasia en las plazas, sino que también por un cambio en el corazón de la industria de los alimentos, que no cuenta con plantas piloto especializadas en el desarrollo de nuevos productos, según constató un estudio encargado por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, en 2007.
Para acabar con este déficit, la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) entregó a fines de diciembre fondos por 9.700 millones de pesos para crear el primer Centro Tecnológico para la Innovación en Alimentos (CeTA), un proyecto de alcance nacional que permitirá contar en el futuro con mejores alimentos que, además, permitirán potenciar las exportaciones de este sector.
“Ha aumentado la esperanza de vida en el mundo, y la calidad de la alimentación tendrá gran impacto en la calidad de vida de esa población que va a vivir más, y esto es algo de lo cual la gente, en especial la más joven, está muy consciente”, dice Eduardo Bitran, vicepresidente ejecutivo de Corfo.
Las personas demandan productos más seguros, saludables, frescos, sabrosos y naturales, lo que implica una adecuación de los procesos para preservar sus nutrientes, el uso de menos aditivos y menos materiales de embalaje.
“Se desarrolla una nueva demanda, más sofisticada, mucho más preocupada del impacto de la alimentación y, por lo tanto, surge un nuevo mercado de alimentos, el de los alimentos funcionales, es decir, que tienen una función más allá de sólo nutrir, que ayudan a mejorar la salud o que tienen un rol preventivo de enfermedades”, agrega Bitran.
El centro se lo adjudicó un consorcio compuesto por las universidades de Chile, Católica, de Talca, la Frontera, y las fundaciones Chile y Fraunhofer, cada uno de ellos aportará al desarrollo del proyecto con sus fortalezas en recursos humanos y sus capacidades instaladas.
Jaime Romero, investigador del Inta y director alterno del proyecto, explica que el centro se enmarca dentro del Programa Estratégico de Alimentos Saludables de la Corfo. Este pretende darle un valor agregado a los productos alimenticios, cuyas ventas podrían crecer 15% al año versus el 5% que registran los alimentos sin ningún tipo de innovación. Por eso los tres ejes principales del CeTA serán mejorar los procesos industriales, los ingredientes de los alimentos, y hasta los empaques, todo con el apellido saludable.
“Cuando hablamos de alimentos saludables, también hablamos de disminuir ingredientes críticos, sales, azúcar, el reemplazo de lípidos por otro tipo de ingredientes. Todo eso va a pasar por innovación”, señala el investigador.
Bitran espera que la apuesta por alimentos con mayor valor agregado pueda impactar en las exportaciones. “Hoy Chile exporta 18 mil millones de dólares en alimentos. Esperamos que en un plazo de 10 años, se duplique el valor de estas exportaciones. Ese es el objetivo, y lo conseguiremos produciendo no más de lo mismo, si no que con mejores productos para satisfacer las demandas de un mercado cada vez más sofisticado”, asegura.
Por Carlos González Isla
Fuente: Diario La Tercera
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