Por Antonia Domeyko.
Entrevista El Mercurio
Es doctora en Biología Celular y Molecular, fue parte de la directiva de la Fundación Ciencia y Vida, y lideró el Instituto Milenio. Hace un mes, Carolina Torrealba asumió la subsecretaría del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile. Sobre su camino en la ciencia y su nuevo desafío, dice: «Tengo la convicción de que al final todo lo que aporte al sistema de investigación es algo fundamental para el futuro de este país».
Carolina Torrealba dice que la primera vez que vio el mar estuvo en silencio durante cuarenta minutos. Tiene grabado el recuerdo preciso de observar una cuncuna, las tripas de un guarisapo que ella misma abrió de niña o la nervadura de una hoja. No puede olvidar tampoco la primera vez que vio un criadero de salmones, que ante sus ojos se veía como un hervidero de peces. Y recuerda, minuciosamente, la imagen del primer palote que vio. Tenía miedo de que fuera venenoso, pero no podía dejar de observarlo.
-No podía creer que existiera algo más lindo que eso. Es como si lo estuviera viendo ahora mismo -dice esta bióloga, doctorada en Biología Celular y Molecular, y recién nombrada subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile, mientras permanece sentada en el escritorio de su nueva oficina en La Moneda, donde hay pocos muebles, el piso de madera está recién pulido y los muros altos y blancos aún están limpios.
Desde que el Presidente Sebastián Piñera la nombró en su nuevo cargo hace casi un mes, Carolina ha llegado trabajar todos los días a las siete de la mañana a esa oficina. Debe comenzar la gigantesca tarea de construir un ministerio desde cero. El trabajo es intenso, dice, pero durante el día busca el momento para darse una pausa.
-Cuando estoy muy acelerada salgo a la ventana miro hacia afuera, y vuelvo al centro -dice mostrando la amplia ventana que da a la Plaza de la Ciudadanía, donde flamea una gran bandera de Chile.
Desde hace cuatro años Carolina ha participado activamente en las discusiones parlamentarias y las comisiones, que después de un largo y polémico proceso determinaron la creación de este nuevo ministerio. Hizo críticas y propuestas concretas con la convicción de que la ciencia es fundamental para el futuro del país. Del Gobierno la llamaron en mayo para dirigir el Instituto Milenio, y ahora fue elegida para liderar oficialmente este proyecto junto al nuevo ministro, Andrés Couve.
-Cuando se aprobó la ley pensé: «hay que hacer una pega gigante». Ahora eso me cae a mí. Es un tremendo desafío, porque todos sabemos que promulgar una ley no te asegura nada, requiere mucho trabajo y voluntad política.
-¿Tiene miedo de que sea una tarea demasiado grande?
-No. Tengo el sentido de responsabilidad, el sentido de urgencia y la confianza del apoyo de la comunidad científica, como el apoyo político del Gobierno.
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Carolina Torrealba Ruiz-Tagle es la tercera de cuatro hermanos. La primera hija mujer del matrimonio entre Juan Pablo Torrealba, doctor en Economía Agraria, y María Alicia Ruiz-Tagle, traductora. Por el trabajo de su padre, Carolina nació en Colombia, después vivieron en Perú, y antes de que cumpliera los cinco años volvieron a Chile. Desde chica identificó en su familia dos ramas de pensamiento: la familia de su padre era muy conservadora y la de su madre, mucho más liberal. Por eso desde que tiene recuerdos creció en una casa donde nunca hubo una idea de consenso total.
-Eso genera conflicto y diferencias, pero creo que es una de las cosas que más agradezco, porque de alguna manera me enseñó a tener un pensamiento libre. A pesar de que mi papá es una persona bastante conservadora, con él he podido confrontar mis ideas, y eso es un ejercicio que fue súper nutritivo en mi vida. Un ejercicio constante de buscar en mí cuál era mi postura.
La dualidad también la vivió en los dos colegios en los que estuvo. Hasta octavo básico estudió en un colegio británico, bilingüe, mixto y laico, donde compartía con compañeros judíos y anglicanos. Pero en la enseñanza media, sus padres dejaron de sentirse cómodos en ese colegio, lo conversaron con Carolina y decidieron cambiarla a uno de mujeres de la congregación del Opus Dei.
-Eso forjó mucho mi carácter, yo era muy distinta en ambos colegios. (…) En el primero era la única que tenía una familia más conservadora. Después cuando llegué a este colegio católico, yo no sabía ni siquiera lo que era una congregación religiosa. Fue un shock, había muchas cosas culturales que no entendía. Yo me daba cuenta de que era un poco distinta, pero en esa diferencia me sentía respetada- dice Carolina.
Durante su época escolar, sobre todo en la enseñanza media, la mayoría de sus amistades las mantuvo fuera del colegio. Hacía, dice, su vida aparte.
-Fue un refuerzo de buscar la respuesta adentro mío y analíticamente, no por el medio en el que estaba. Nunca fui de choclones ni de patota. Yo no soy así ni con un colegio ni con un club ni con un balneario ni con barrios ni con nada. Siempre he sido de relaciones más individuales. No me gustan mucho las pertenencias, no trato de buscar identificaciones en aquello a lo que pertenezco. Esa libertad que te permite evaluar la realidad con ojos críticos, poder cambiar. Eso es parte de mi crianza.
Parte de la historia de su familia materna también la marcó durante su formación. Cinco años antes de que ella naciera, en 1973, Eugenio Ruiz-Tagle, hermano de su mamá y miembro del MAPU, fue tomado preso en Antofagasta y luego ejecutado por la denominada Caravana de la Muerte.
Carolina, desde que nació, vio a su abuela materna de luto, y se mantuvo así hasta el día de su muerte. Su tío era muy cercano a su mamá, a quien ella intentó acompañar en el duelo.
-Mi mamá nos ha permitido mirar y vivir esto de una manera muy humana y tratando de que no sea algo que coarte tu libertad. Hay veces en que estas experiencias te encasillan en una manera de vivir, de pensar, con un partido, con algo que es como un pack completo, que tiene que ir de la mano con el hecho de que tu tío sea un ejecutado político. A pesar de su tremendo dolor, mi mamá fue muy sabia de ponderar esto siempre desde una visión más amplia, más humana y no agarrarlo todo desde una lógica política. Eso para mí fue una lección súper importante.
-Lo más instintivo sería reaccionar al contrario…
-Absolutamente, fue muy difícil, ella me enseñó mucho, sobre todo siendo adolescente, en que uno es súper impulsiva e intensa. Siempre mi mamá estaba entregándome una visión humana, de que para ella su hermano no es un ejecutado político, es Eugenio. Cuesta entenderlo, si yo no hubiera tenido una mamá que me hubiera dado esa visión, no podría haberme relacionado con el mundo como lo he hecho y no podría estar aquí donde estoy.
-Debe haber sido difícil….
-Chile estaba completamente polarizado. Hubo un minuto de mi vida en que no había ni una posibilidad, ni siquiera de pensar en apoyar de ninguna manera algo de derecha. Pero era otro Chile, en que la derecha estaba directamente enraizada con la dictadura, hoy es distinto. En ese sentido soy una agradecida de los cambios que ha habido en este país. Yo hoy estoy en un gobierno de derecha, estoy orgullosa de estar sirviendo a este gobierno, como una persona independiente, con la responsabilidad de ser servidora pública y con respeto siento que se me respeta. La derecha, la sociedad que se está construyendo hoy me ha dado a mí la posibilidad construir lazos que miran mucho más hacia al futuro, estando muy consciente y teniendo muy vivo el recuerdo de una familia que sufrió mucho por esto.
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Cuando Carolina salió del colegio no sabía qué estudiar. Le gustaba la historia, la ciencia, la literatura. Entró a bachillerato en humanidades en la Universidad Católica, y luego de dos años en el programa se graduó como bachiller. Aún no sabía qué estudiar.
-Para mí es muy indisoluble lo que es el saber, hoy tenemos una visión muy parcelada, de que la belleza está en el arte y en la ciencia está el conocimiento, y eso no es verdad. Yo llegué a la ciencia por pura belleza, por pura curiosidad. (…) Tenía mucha ansiedad de saber y la idea de definirme en algo me generaba mucha ansiedad, porque no me veía en una sola cosa.
Mientras estudiaba bachillerato tomó además cursos fuera de la universidad, uno de ellos sobre historia de Oriente, y también uno sobre cetáceos, que dictaba un biólogo. El curso le gustó, pero más allá del contenido, vio ahí una opción profesional. Habló en una universidad y postuló a Biología por admisión especial. Cuatro años después entró a un doctorado en Biología Celular y Molecular en la misma universidad.
Estuvo más de diez años en la academia, e hizo su tesis doctoral sobre el mecanismo de transporte de proteínas dentro de una célula. Mientras estudiaba se casó con el arquitecto Rodrigo Pedraza, y defendió su tesis estando con cinco meses de embarazo de su primer hijo. Al egresar tuvo la opción de ir a hacer un posdoctorado en un prestigioso laboratorio fuera de Chile. Pero lo rechazó.
-Creo que había algo en mí que quería salir de la academia, con esta personalidad media «saltatoria» que tengo. Conocí el ambiente de la Fundación Ciencia y Vida de Pablo Valenzuela y la Bernardita Méndez y enganché altiro. Era un terreno donde podías moverte en distintos escenarios. Dije, bueno voy a probar y voy a salirme un rato de la investigación, si me arrepiento vuelvo, y bueno, nunca volví.
En 2010 Carolina llegó a Ciencia y Vida, ahí creó la editorial de la fundación y publicó el libro «Pioneros. El inicio de la biología experimental en Chile», que narra la historia de las personas que iniciaron esta disciplina en el país. En la fundación, dice, desarrolló muchas habilidades viviendo la ciencias desde una dimensión social, en cómo esta se relaciona con el resto del mundo. Además de la editorial, lo hizo a través de promover ambientes de investigación, del emprendimiento y de la innovación. Al poco tiempo entró en la directiva de la fundación.
-Al meterme a la dirección fue un desplegar toda esta inquietud social de la ciencia a través de distintas vertientes. La pregunta era cómo promovemos la ciencia. Eso inevitablemente te lleva al problema macro, para que esto florezca el país tiene que posicionar estos temas como relevantes, generar una matriz que permita potenciarse. Con la convicción de que al final todo lo que aporte al sistema de investigación, a la ciencia, es algo que es fundamental para el futuro de este país.
Así Carolina empezó a involucrarse en la comisión Philippi, que en ese momento, durante el primer gobierno del Presidente Piñera, discutía en el Parlamento la creación de un Ministerio de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación. Con el cambio de gobierno el proyecto se desechó y la ex Presidenta Bachelet creó otra comisión para un nuevo Ministerio de Ciencia. Carolina volvió a participar, asistiendo al Congreso y haciendo propuestas. En ese minuto la prensa comenzó a hablar de ella como una de las líderes en el tema.
-En 2015 junto al ministro y cientos de científicos publicaron en los medios una carta titulada «Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia». ¿Qué buscaban con esa carta?
-Nosotros fuimos importantes en articularlo, sí. No voy a desconocer eso. Y yo creo que esa fue una carta dura. Y fue un momento importante en que como comunidad científica nos agrupamos para decir basta. No más. Llevábamos varios informes, una discusión muy larga, y finalmente no estábamos viendo que nuestras autoridades tomaran este tema con la seriedad que nosotros veíamos que debía tomarse.
-¿No más qué?
-La carta decía: la investigación quiere contribuir al Estado, necesitamos que el Estado tome la ciencia como parte de sus insumos. La visión fue: queremos construir una matriz más compleja científica capaz de contribuir a la sociedad. No es solo: queremos que nos den más plata. Eso siempre subyace cuando quieres crecer, y yo he sido de las que hemos estado diciendo que se necesita más presupuesto, no lo voy a negar. Ese fue el no más, necesitamos acciones concretas y fue importante porque generó respuesta.
-¿Con Conicyt no era suficiente?
-No con esa estructura, en ese minuto. Hipotetizar si uno podría haber tenido una solución independiente me parece un poco fútil. Las dos comisiones propusieron un ministerio como una manera de solucionarlo.
-Mario Hamuy, quien renunció a la dirección de Conicyt hace unos meses, cuestiona su nombramiento y el del ministro, por haber sido quienes criticaban anteriormente el proyecto como un «Conicyt con chapita de ministerio».
-Yo soy de formación científica, eso es ser súper inquisitiva y es algo que nunca voy a perder. Nosotros fuimos muy responsables en leernos el proyecto de ley y aportar en la discusión y buscar maneras de mejorar. Eso es parte del proceso de discusión. Yo llevé propuestas concretas, que implicó trabajar mucho.
-Chile en la OCDE está en los puestos más bajos en cuanto a inversión en ciencia. ¿Le preocupa poder lograr este desafío considerando esa dificultad?
-Por supuesto. Esto es un primer paso, y tenemos súper claro que esto es una tarea larga que no hay que soltar. Se necesita para este proceso poder crear una buena estructura, asegurarnos de que el sistema funcione bien y tender lazos para que esto no quede sectorializado solo en la investigación. (La ciencia) tiene que ser un problema país, en el cual la investigación se pone al servicio del país. Yo estoy convencida de que si hacemos eso bien, que no es poca pega, el presupuesto va a crecer. Tenemos que crear propósitos para (el presupuesto), no es una cifra per se . El 1% (del PIB) no es una cifra vacía, tenemos que crear estructuras, misiones y propósitos definidos.
-Antes de asumir también usted dijo que nunca había votado por la derecha, excepto en la elección pasada que votó por Felipe Kast. ¿Se identifica con este gobierno?
-Yo tengo una posición política independiente, en ese sentido para mí es una doble responsabilidad con este gobierno, que ha sido capaz de apostar por mí y por el ministro que provenimos de un mundo más independiente y más encima con un background científico, no político. A esa confianza una responde con lealtad, a por quienes estoy aquí. Yo estoy aquí porque hay una comunidad de investigadores y científicos que nos ha apoyado, y porque un Presidente tuvo la visión de apostar por nosotros.
-¿Usted quería liderar este nuevo ministerio?
-Quería participar de esto, pero nunca me vi como ministra.
-¿Sabía que la iban a llamar para el cargo?
-Había una sensación ambiente. Pero yo no estoy aquí porque quiera hacer una carrera política, más que por dónde voy a estar mañana. Estoy aquí por una convicción.
-La ciencia podría tener cierta independencia de la política…
-Sí, pero ya no más, estamos en La Moneda. La ciencia llegó a la política, no podemos desentendernos de ella, y eso lo digo con mucho respeto.
Fuente: El Mercurio.
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