¿Cuantas veces nos hemos preguntado qué haremos al terminar la carrera, el doctorado o el post doctorado? Algunos ven su camino lleno de pipetas y delantales blancos, publicaciones y conferencias. Otros, quizás, se dieron cuenta que les queda mucho para lograr independizarse como investigador principal y que no se ganarán el Nobel. Otros, por su parte, ya odian esa tesis que no logran terminar.
Más, probablemente, tenemos un miedo feroz al desempleo y no nos atrevemos a emprender y, en consecuencia, preferimos quedarnos en la ciencia. Pero ¿es la academia el único camino?
Claramente no. Si miramos las economías desarrolladas hay científicos insertados en las más diversas áreas y en Chile esta tendencia de a poco empieza a manifestarse. ¿Qué es lo que hacen esos científicos? ¿Ciencias? No necesariamente.
Primero, debemos entender que un científico no se caracteriza sólo por la disciplina que le interesa, sino que por sus habilidades que desarrolla cada día en el laboratorio. De hecho, tanto en ciencia como en todas las disciplinas, las capacidades “transferibles” son claves y hay muchas habilidades que pueden ser explotadas para dar el salto.
En mi caso, cuando pienso en qué aprendí en el doctorado y en mi “época” de científico, me tomó un tiempo darme cuenta que había aprendido mucho más que biología, física, inmunología o modelamiento matemático. Aprendí a escribir (papers, patentes e infinitos reportes), a trabajar en equipo con gente diversa, no siempre de mi agrado, con intereses y prioridades distintas; a presentar a inversionistas; a traducir mi proyecto en algo concreto, con aplicaciones, implicancias, costos y beneficios; a ponerle foco a lo que estaba haciendo, buscando siempre el ¿para qué? ; a contar siempre una “nice and round story”; y, sobre todo, a salir de mi zona de confort.
Entonces, los invito a hacer una lista de las “otras” cosas que han aprendido o adquirido en su paso por el laboratorio. ¿Cómo les fue?
Revisemos algunas aptitudes y habilidades que muy probablemente deberían estar en su lista (las pensé tomando como ejemplo una situación clásica del laboratorio: cuando algún experimento no nos resulta):
¿Estaban algunas de estas habilidades en su lista? ¿Hay algo de esto reflejado en su CV? ¿O será que tienen una lista interminable de técnicas y papers que han publicado? ¿O en la descripción de sus tesis sale el nombre del receptor/proteína/fragmento que estudiaron? Lamentablemente, a menos que sea para trabajar en el laboratorio de una empresa que se dedique a lo mismo, la industria no entiende -ni considera- eso. Para ellos es más relevante con cuánta gente trabajaron, cómo lograron resolver dificultades, evidencia de que pueden trabajar bajo presión, cuánto dinero han levantado/manejado o se han ganado en becas (eso demuestra que otros ya los evaluaron), etc.
Si son de los que ya tienen su CV con las “otras” habilidades, los felicito!
En caso contrario, los invito a reflexionar porque estas habilidades, aunque parezcan obvias, no sólo son necesarias en un científico, sino que son altamente deseables en diversas industrias y es ahí donde está nuestro potencial para las llamadas «carreras alternativas» en ciencias.
En la próxima columna de Biovoces les contaré con mayor detalle sobre los trabajos que podemos explorar fuera del laboratorio. Por ahora, los invito a que comenten más abajo en qué están trabajando, de manera que podamos armar un mapa laboral de la comunidad de Redbionova.
Senior Associate Aurus Bios Capital de Riesgo
Curiosa, apasionada por ver cómo la ciencia impacta nuestra vida todos los días. Bernardita es Doctor en Biotecnología Universidad de Cambridge, pero rápidamente colgó el delantal para trabajar en identificar y acompañar emprendimientos científicos en su camino del laboratorio al mercado, primero en Recalcine y ahora en Zentynel y Aurus.
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