El Laboratorio de Biotecnología Vegetal de la Universidad de Magallanes, actualmente trabaja en la propagación de la frutilla chilena.
Vivir en el fin del mundo representa diversos desafíos. Uno de ellos, en el caso de la Región de Magallanes, es la conservación, producción y diversificación del cultivo de plantas nativas e introducidas a la región.
A cargo de esta labor es el Laboratorio de Biotecnología Vegetal de la Universidad de Magallanes, que trabaja con plantas frutícolas y ornamentales que buscan ser incluidas a los sistemas de producción agrícola de la región.
De acuerdo a Valeria Latorre, Doctora en Biotecnología de la U. De Magallanes, en el laboratorio “se realizan análisis básicos sobre diversidad genética y fenotípica para algunas especies de la región. El laboratorio también realiza actividades de docencia para los alumnos de la Universidad de Magallanes y se colabora con colegios de la comunidad u otras instituciones”. De igual manera, prestan servicios profesionales especializados en el campo del cultivo vegetal.
En la actualidad, el laboratorio se dedica a la propagación masiva de la frutilla chilena (Fragaria chiloensis) de la Región de Aysén , con la finalidad de diversificar la producción y reintroducir la especie en ecosistemas degradados producto por sobreexplotación del recurso. Al mismo tiempo, la idea es traspasar competencias y guiar a productores regionales en el cultivo de estas plantas.
El Laboratorio de Biotecnología Vegetal fue inaugurado el 30 de Agosto de 2011 y está formado por un equipo de profesionales de la región.
Desde su inauguración, los expertos de la U. de Magallanes han trabajado con la frutilla de Magallanes o frutilla silvestre (Rubus geoides), calafate (Berberis microphylla) y especies del género Nothofagus, como la Lenga o Ñirre.
La creación del centro derivó de la necesidad de realizar investigación con un mayor impacto en el sector productivo, así como la disminución del desequilibrio actual de la localización de los Centros Tecnológicos del país y apoyar al sector hortofrutícola, “representado por pequeños y medianos productores con cultivos tradicionales de baja producción, destinados principalmente a la subsistencia al mercado local”, asegura Latorre.
En el futuro, la idea es que el laboratorio continúe con las líneas de trabajo que ha desarrollado hasta ahora, al tiempo que genere el conocimiento para el uso sustentable de los recursos de la región.
“Una ventaja es que nuestra región cuenta con una diversidad vegetal y recursos genéticos que son un capital natural y que ha servido para tomar acciones que estén encaminadas a obtener un mejor beneficio e interés”, afirma la investigadora. Por otro lado, también destaca el apoyo del Gobierno Regional en varias de las iniciativas y propuestas de trabajo del laboratorio, lo que les ha permitido vincular Universidad y sector agrícola.
Por Daniela Abarca G.
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