La subsecretaria Carolina Torrealba asegura que este cambio servirá para evitar duplicidades de trabajo entre ambos ministerios y organismos como la Corfo.
En el segundo piso del Palacio de la Moneda está instalado el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que tiene como autoridades representantes al ministro Andrés Couve y a la subsecretaria Carolina Torrealba. Ambos designados por el Presidente Sebastián Piñera en diciembre del año pasado. Si bien este órgano del Estado todavía no entra en acción, se está trabajando en conjunto con la Subsecretaría de Economía y la Corfo en una hoja de ruta para definir las labores específicas de las que se hará cargo.
En este sentido, la subsecretaria Torrealba asegura que relevar el rol de la innovación y velar por la institucionalidad robusta de esta, avanzar en una agenda legislativa para impulsar el cambio en la ley I+D y el proyecto de Transferencia Electrónica, y distribuir integralmente las tareas entre las entidades que les compete son los principales ejes de la Agenda de Innovación que afirma estaría lista a finales de este año e inicios de 2020. «Hemos estado haciendo un mapeo del análisis de los instrumentos, viendo cómo coordinarlos bajo la ley del ministerio para robustecer la innovación. El análisis técnico que hicieron las dos comisiones presidenciales fue precisamente que el sistema estaba muy fragmentado, y si tienes un sistema fragmentado es muy difícil que una política pueda ser correctamente ejecutada y esté empoderada. Por eso es que en este trabajo colaborativo se decidió el traslado completo de la División de Innovación, que hoy está alojada en la Subsecretaría de Economía, hacia la Subsecretaría del Ministerio de Ciencia», explica Torrealba.
Agrega que a partir del año presupuestario 2020, este cambio entrará en vigencia y contemplará la reasignación de la división completa de las 13 personas que lo conforman, actualmente liderada por Benjamín Maturana. Además, dice que el traslado también incluye al Fondo de Innovación para la Competividad (FIC), un programa presupuestario que maneja alrededor de $132 millones al año y financia instrumentos presentes en distintos órganos, como son los fondos de Conicyt y algunas áreas de Corfo relacionadas a la innovación, entre otros.
-¿Cómo se están organizando para operar como ministerio en el área de innovación?
«Hoy tenemos una ley que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación con autoridades nombradas por el Presidente, pero no tenemos la estructura de este. Lo que estamos haciendo, entonces, es crear esa estructura que está bajo cuatro ejes de acción: funcional, operacional, presupuestario y estructural. Por ahora, lo que tenemos es la construcción que busca fortalecer el sistema en el área de innovación, y esa es una agenda fundamental. Actualmente, tenemos un sistema que está disperso y fragmentado; entonces, el primer mandato es ordenar el sistema y crear un órgano que evite duplicidades, que evite fallas de coordinación, que use efectivamente los recursos públicos y que su fin último sea promover y conectar el conocimiento científico con la innovación de base científico-tecnológica. La bajada específica a los instrumentos es algo que estamos en este minuto desarrollando en conjunto con el Ministerio de Economía y con Corfo».
-Una vez estructurados, ¿cuáles serán los principales ejes a tratar?
«Educar es un énfasis fundamental y hoy día estamos trabajando en una política de capital humano avanzado, que quiera también tener ese foco. La innovación de base científico-tecnológica no parte de un minuto para otro. Parte en el minuto en que tú entrenas, por ejemplo, a los estudiantes de ingeniería, de ciencias, y otros. Esto implica, por ejemplo, que la política de capital humano avanzado va a tener que mirar esto y va a tener que empujar a las universidades para que en la formación de sus estudiantes los impulsen a tomar riesgos relativos a la innovación, emprendimientos y no solamente a la academia. Nosotros creemos que en Chile tenemos no solo un problema de escalamiento, sino que también los emprendimientos de base científico-tecnológica que llegan al mercado son muy pocos. Entonces, si tenemos un problema de escala, para tener muchos que impacten al mercado, tenemos que tener una base potente y robusta, y que esa base pueda efectivamente salir de la academia e impactar al mercado».
Por Paz Radovic.
Fuente: El Mercurio.
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