Corría el 2016 y la mayor parte de los titulares de la prensa brasileña alertaban sobre el aumento sostenido de pacientes afectados por la epidemia del virus del zika y, en paralelo, el aumento de niños recién nacidos diagnosticados con microcefalia. En su momento no existía relación alguna entre ambos sucesos pero las cifras indicaban que para el 2016 el zika estaba descontrolado y era responsable de afectar a más de 260 mil personas, según datos del Ministerio de Salud de Brasil.
Ante ese escenario, un grupo de científicos del Instituto D’Or de Investigación y Enseñanza (IDOR) de Río de Janeiro decidió emprender una investigación casi instantánea para entender lo que estaba ocurriendo.
Stevens Rehen, actual director de investigación del IDOR y especialista en biología celular en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, cuenta que conformó un equipo de trabajo con amigos científicos de la universidad y empezaron a conversar lo imprescindible que resultaría tener claridad sobre las especulaciones que rondaban en en torno a la relación existente entre zika y microcefalia.
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Niños recién nacidos: las principales víctimas
Fernanda Tovar-Moll, científica y presidenta de IDOR, estaba recibiendo muchos casos de niños con microcefalia. Al equipo de Rehen le llamó mucho la atención lo que ocurría y decidieron estudiar a los pacientes para entender los alcances de la enfermedad.
“Empezamos a percibir que había grandes alteraciones en áreas de formación del cerebro de los pacientes”, cuenta el científico. A raíz de lo anterior, se gesta una red de colaboradores que se empecinó en entender el problema en un tiempo impensado.
Gracias a las condiciones técnicas y producto de su experiencia utilizando un modelo de mini órganos aplicado al estudio del desarrollo cerebral, en tan solo 25 días los investigadores encabezaron un estudio que ayudó a comprobar por primera vez una relación causal entre el zika y la microcefalia.
Simularon la acción del zika en diferentes momentos de gestación utilizando células madres. El equipo logró evidenciar en el laboratorio cómo es que el virus destruye el sistema nervioso central, en especial aquellas células que dan origen a las neuronas de la corteza cerebral.
Si bien la investigación todavía no permite entender el alcance total de las consecuencias de la infección para los niños en futuro, este descubrimiento significó un aporte real a las ciencias de su país y del mundo y, por consiguiente, ayudar a que la institucionalidad pusiera especial atención a una enfermedad que en ese entonces se encontraba descontrolada.
Una investigación con impacto internacional
Después de tres años, Rehen cuenta con orgullo que esta investigación sin duda tiene mucha importancia para el acontecer de su país. De hecho, los resultados fueron publicados en la revista Science y medios como The New York Times lo incluyeron incluso en su portada.
Brasil se ubica entre los tres países que más investiga sobre zika en el mundo. Por tanto, este estudio para Rehan fue fundamental para dar a conocer la importancia que tiene el desarrollo de ciencia local y en Latinoamérica.
“Es importante internacionalizar la ciencia latinoamericana al mundo (…) debemos aumentar esa capacidad”, afirma el científico. A su vez, cree imprescindible acortar la distancia entre los responsables de destinar los recursos, el gobierno, los científicos y las personas.
“Necesitamos poner esfuerzos y trabajo en la comunicación científica. Creo que eso es muy importante para informar a la sociedad y de esa manera hacernos más visible para la política”, concluye el investigador.
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