La cantidad de egresados con este grado académico se ha más que duplicado en una década, por lo que las casas de estudios superiores no logran absorber esta mayor demanda.
El 94% de los casi 10.600 profesionales con grado de doctor que hay en Chile se encuentra ocupado, según una encuesta recién dada a conocer por el Ministerio de Economía y realizada durante el año pasado, considerando a los graduados hasta 2014. En la Universidad Católica (UC) hicieron el mismo ejercicio con sus alumnos, donde el 80% indicó haber encontrado trabajo en menos de tres meses. En el caso de los doctores en física, matemáticas, derecho y sociología, todos demoraron menos de dicho lapso de tiempo.
Las cifras, a primera vista, son auspiciosas; sin embargo, el director del Doctorado en Ciencias de la Complejidad Social de la Universidad del Desarrollo (UDD), Carlos Rodríguez, hace una segunda lectura: «No sería tan optimista, porque hay que ver cuántas de estas personas en la academia tienen una situación contractual indefinida, con una carrera de progreso. En muchos casos, no son ni la mitad», comenta.
Según el sondeo del ministerio, que consideró a profesionales con estudios tanto en Chile como en el extranjero, ocho de cada 10 ocupados declara realizar algún tipo de actividad relacionada con la investigación y desarrollo. A juicio de Rodríguez, el problema de fondo radica en que la oferta ha crecido mucho y las universidades no han sido capaces de absorber al mismo ritmo que en años anteriores a estos profesionales.
Los datos del ministerio indican que si en 2005 hubo 363 egresados de programas doctorales, el número casi se triplicó en 2014, para llegar a 926. «Puede que tengan un trabajo y rápido, pero puede ser que no sea tan bien pagado ni que sea tan seguro», agrega Rodríguez.
En términos de ingresos, las mujeres con esta formación reciben, en promedio, $1.798.796 bruto, mientras que en los hombres la suma llega a $2.443.304, detallan desde el Ministerio de Economía. Según la medición de la UC, el 41,5% de sus doctores recibe entre $1 millón y $1,6 millones líquidos.
Jani Brouwer, directora del Colegio de Programas Doctorales UC, reconoce que las cifras son bajas para el nivel de formación de estos profesionales. «Muchos de quienes tienen doctorado tienen que preocuparse de ganar proyectos tanto de Conicyt, como de fuentes internacionales, y así se hacen un sueldo mejor, a veces del doble», subraya.
De todas formas, según un informe de este año de la OCDE, sobre remuneraciones de trabajadores con estudios de posgrado, en Chile los doctores pueden ganar hasta cuatro veces más que quienes solo terminaron la enseñanza media.
Universidades capacitan a doctores para relacionarse con empresarios
El 16,8% de los doctores ocupados está en una posición fuera de la academia. Según la medición del Ministerio de Economía, este grupo se compone por personas en instituciones privadas sin fines de lucro (6,5%), en la administración pública (4,5%), en el sector empresarial (3,7%) y trabajando en forma independiente (2,1%), generalmente, bajo el formato de consultorías.
«La inserción como capital humano avanzado dentro de las organizaciones va a ser una alternativa cada vez más importante. Antes se veía como una opción si es que no resultaba un puesto en la universidad, pero hoy se entiende que hay perfiles de doctores distintos. Hay personas que quieren solo la academia y que ni les hablen del mundo real, mientras que a otros les interesa aportar ahí», destaca Rodríguez.
Para el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, la clave para que los doctores logren insertarse en los sectores productivos y permanezcan ahí, pasa por desarrollar habilidades de comunicación, orientación al usuario final del conocimiento que se genera, visión estratégica, liderazgo y trabajo en equipo.
En la UC han instaurado un programa de habilidades blandas de carácter obligatorio para los alumnos que ingresaron este año, quienes deben tomar al menos tres cursos relacionados con esta materia. «Buscamos capacitarlos para que tengan la opción de diversificar sus opciones laborales y puedan hablar con los empresarios, porque es otro lenguaje», señala Brouwer, y luego agrega: «El desafío es que sean capaces de convencer a estos otros empleadores de que es útil tener a un doctor en su organización o en el Gobierno».
Incentivos para entrar al mundo productivo
Según cuenta Brouwer, en Europa, el peso entre la ocupación en la universidad y fuera de ella es totalmente contrario a lo que ocurre en Chile. «Allá, las empresas y gobiernos están muy abiertos a buscar alumnos con el más alto nivel de conocimiento, mientras que aquí es difícil que contraten gente con doctorado. En países desarrollados están dispuestos a invertir en personas que creen nuevos conocimientos», indica.
En la misma línea, Brouwer advierte que queda mucho por hacer en términos de inclusión con las áreas no académicas, en comparación con Europa, donde las universidades cuentan con convenios con las empresas, por ejemplo. «Acá estamos recién empezando con esto, tenemos más relación con universidades extranjeras que a nivel nacional con las empresas o el Gobierno. Ese es el desafío», dice
Céspedes estima que el problema es que la cultura empresarial en Chile no le da el suficiente peso a la investigación como fuente de ventajas competitivas. «Hay un desconocimiento del valor que pueden aportar personas con alta formación a empresas de todo tamaño. Además, la falta de competencia en muchos de nuestros sectores también atenta contra la necesidad de innovar», agrega.
De todas formas, Ramón López, director académico del Doctorado en Economía de la Universidad de Chile, destaca que hay un creciente interés de parte de organizaciones tanto públicas como privadas. Según los datos del Ministerio de Economía, entre 2011 y 2014, la inserción laboral de doctores en posiciones fuera de la academia subió del 8,6% al 16,8%.
«Tanto en el Gobierno como en el sector privado se está empezando a demandar gente de mayor nivel. En EE. UU., si alguien quiere trabajar en el Ministerio de Hacienda, por ejemplo, si no tiene doctorado está condenado a quedar como asistente», señala López.
En su caso, de los egresados que no se quedaron en universidades, hay gente en la Comisión Nacional de Energía, en el Ministerio de Economía de Perú, en el Fondo Monetario Internacional, en el Ministerio de Hacienda de Chile y en la Comisión Asesora de Productividad. En la UC, el Doctorado en Ciencias de la Agricultura ha sido de los que más ha tenido impacto entre las organizaciones. El gerente de investigación y desarrollo de la Viña Concha y Toro, por ejemplo, tiene este grado académico.
Por lo pronto, el Estado ha hecho esfuerzos para fomentar la inclusión de doctores en el mundo productivo. Conicyt financia el 100% del sueldo de un doctor por hasta tres años, con un tope de subsidio de $1.860.000, en tanto que Corfo tiene un apoyo de hasta un 80% para los hombres y un 90% para las mujeres, con un tope de $1.690.000 y de $1.860.000, respectivamente. «Buscamos que se genere una conexión con la industria, y que las empresas vean una posibilidad de mejorar sus negocios a través de la innovación», subraya Céspedes.
Para Brouwer, la tarea pendiente en esta materia es que la Comisión Nacional de Acreditación deje de medir únicamente el nivel de publicaciones académicas, y evalúe la emisión de patentes o apoyo en políticas públicas. «La fórmula actual es contraproducente, pues no se abre la comisión a insertar doctores en las industrias. Es un trabajo que hay que hacer desde todos los frentes».
Por María de los Ángeles Pattillo
Fuente: Diario El Mercurio
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