Simón Álamos es licenciado en Agronomía y actualmente realiza su doctorado en Plant and Microbial Biology en la University of California, Berkeley.
Desde que tenía que decidir qué estudiar, Simón Álamos supo que lo suyo sería trabajar con plantas. Y si bien pudo entrar a estudiar Biología en la Pontificia Universidad Católica, prefirió postular a Agronomía, porque “en la facultad de Ciencias Biológicas no hay tantos laboratorios de plantas, entonces dije ‘bueno, quiero aprender bien de biología vegetal y aspectos desde ecología hasta cuestiones moleculares, mejor agronomía’, considerando que igual tiene un área fuerte en investigación”, asegura. Así, desde su primer año en la carrera se metió de lleno a la investigación y los laboratorios de la universidad.
El primero de los lugares que lo acercó más a biología fue el laboratorio de Fernanda Pérez, investigadora en Ecología, en el que estuvo cerca de un año haciendo PCRs. “Cuando fui aprendiendo más de biología molecular y las cosas que se podían hacer, dije ‘ya, quiero aprender más de eso’ y me metí a esta competencia de biología sintética, iGEM, que estaba organizando el laboratorio de Rodrigo Gutiérrez en la Católica, y ahí aprendí biología molecular, microscopía y microbiología”, afirma Álamos. Fue allí cuando se dio cuenta de que lo que más le gustaba era la biología molecular. En ese entonces iba a segundo año de Agronomía.
Su buen desempeño dentro de la carrera le permitió covencer a la administracion para convalidar ramos de biología, como genética molecular, por lo que pudo construir su camino hasta lo que hace hoy, como doctorando en el programa de Biologia Vegetal en la Universidad de California en Berkeley.
Antes de su estadía en la UC Berkeley, Simón ya sabía que necesitaba contar con experiencia en Estados Unidos para posteriormente hacer un doctorado. Por ello, postuló a un fondo de investigación para pregrado de Agronomía, que existía por ese entonces, el cual se adjudicó. Con el financiamiento listo, Rodrigo Gutiérrez, su tutor, lo puso en contacto con un laboratorio de Stanford. “Así que tenía lab y plata como para pasajes y todo, y en ese tiempo mi pololo estaba viviendo en San Francisco, entonces tenía un lugar donde llegar más encima y también había ahorrado unas lucas. Así que fue como ‘ya, listo, tengo todo’ y fui a pasar los 3 meses de verano de Chile al laboratorio de Wolf Frommer, en el departamento de Biología Vegetal de allá”, afirma.
En ese lugar, su tutor fue un taiwanés muy riguroso, que en un comienzo le complicó su experiencia en el país, pues de acuerdo al investigador, cada vez que se equivocaba –independiente del error- recibía un grito. De todas formas acepta entre risas que él tenía parte de la culpa, porque “se me ocurría usar un reactivo que no estaba dentro del protocolo, porque yo pensaba que iba a ser mejor y la cagaba… es que tampoco tenía mucha experiencia en laboratorio, más allá de hacer PCRs, y este otro proyecto, iGEM, que era un poco como un juego. Este caballero era obsesivo, hasta al medio menos importante para hacer crecer bacterias le medía el pH y calibraba el medidor de pH cada vez que lo usaba, era muy obsesivo”. Sin embargo, esta vivencia le permitió aprender a trabajar rigurosamente en el laboratorio.
Finalizada esa aventura, Simón volvió a Santiago a terminar su licenciatura en Agronomía. Y como sabía que quería volver a Estados Unidos, no se tituló y comenzó a preparar todo para su postulación. Era Septiembre de 2013.
Por diversos motivos, el chileno se quedó trabajando como técnico en el laboratorio de Rodrigo Gutiérrez por un año y a fines de 2014 y con el invaluable apoyo de Gutierrez postuló a su doctorado y fue aceptado.
En su nuevo viaje a Estados Unidos -ya más definitivo- debió pasar por rotaciones de 3 meses en 3 laboratorios distintos, donde el primero de ellos fue su actual tutor, Kris Niyogi. En esa oportunidad, su proyecto era hacer CRISPR en Chlamydomonas reinhardtii (Chlamy), un alga unicelular, “pero resulta que el CRISPR hasta ahora nadie lo ha podido hacer funcionar en Chlamy y yo tampoco”, afirma entre risas. Sin embargo, independiente del traspié, Simón siguió demostrando sus ganas de aprender y su entusiasmo por el trabajo de laboratorio que lo caracterizó desde pregrado.
En la actualidad, guiado por Niyogi y Hernán Garcia –un joven investigador en biofísica-, Álamos trata de entender cuantitativamente cómo las plantas regulan la transcripción para optimizar la fotosíntesis. “El Garcia lab ha desarrollado métodos para visualizar la expresión genética en tiempo real, a nivel de células individuales de un organismo pluricelular como lo es un embrión de mosca. Entonces usamos microscopía confocal para sacar datos en 3D de embriones que se están desarrollando a través del tiempo y después usamos análisis computacional de estas imágenes para extraer datos cuantitativos de las dinámicas transcripcionales”.
La idea es adaptar estas técnicas a las plantas, por lo que la idea de Simón es ver cómo se expresan ciertos genes en tiempo real en una planta completa, viva, “y eso ya como técnica lo encuentro súper interesante, valioso para la comunidad de biología vegetal; en el fondo te permite hacer preguntas para las que actualmente no tenemos métodos para responder”, comenta Álamos y agrega que aunque este tipo de investigaciones es mucho más lento, “igual es entretenido, siempre he estado metido en proyectos así, de inventar cosas”.
Sobre cómo llegar a especializarse a Estados Unidos, este investigador considera que no es difícil de lograr para un chileno, pero sí afirma que es necesario tener buenas cartas de recomendación de Chile y al menos una de un laboratorio del país norteamericano. “Hay que ser mateo no más y aplicarse, en el fondo, tomárselo en serio también, porque hay que escribir una serie de statements y creo que es como súper importante tratar de hacerlo bien, hacer que mucha gente lea tu postulación, te la critique, también investigar bien qué hace la gente de los programas a los que estás postulando, para convencerlos de que tú estás postulando a algo que sabes por qué te estás metiendo y por qué te interesa esa universidad”, finaliza.
Por Daniela Abarca G.
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