Esteban Engel, Bioquímico de la Universidad de Chile y Doctor en Biotecnología de la UNAB, se desempeña actualmente como investigador de la Universidad de Princeton. Allí, y desde las áreas de virología y neurociencia, trabaja día a día para reivindicar la importancia de la ciencia básica en el desarrollo de la investigación aplicada.
Esteban Engel camina por la calles de Princeton como si se tratara de su ciudad natal. Cuenta anécdotas y relata historias de sus rincones como si él hubiese sido el protagonista de cada una de ellas. Está cómodo y eso se nota en cada una de sus palabras. Esa comodidad no es sólo porque aquí ha encontrado un lugar agradable para asentarse junto a su familia, sino que, además, por la oportunidad que esta Universidad le ha brindado para expandir su conocimiento y colaborar con áreas de investigación que nunca hubiese imaginado.
Corría el año 2010 y Engel se encontraba trabajando en la Fundación Ciencia & Vida en Santiago. Estaba a cargo de un laboratorio que se dedicaba a estudiar los virus en plantas, tenía gente a su cargo y un buen número de publicaciones. Todo apuntaba a que continuaría su carrera en este lugar, pero él tenía la inquietud de salir del país y continuar su formación en otro lugar, de conocer otra cultura, de vivir una nueva experiencia.
Luego de postular a distintos laboratorios en USA y Europa para hacer un postdoctorado, algunos relacionados con virología de plantas y otros no, finalmente optó por el de la Universidad de Princeton, en el laboratorio de Lynn Enquist. En este lugar trabajaban con virus que infectan el sistema nervioso de mamíferos. “Él me mostró un video de cómo los virus se movían a través de las neuronas en el cerebro y quedé hipnotizado”, señala.
A partir de ese momento, un nuevo mundo se abrió para él. “Los primeros seis meses fue como aprender a caminar de nuevo. Pasé de trabajar con hojitas de planta molida a trabajar con animales, cultivos de neuronas y con virus mas complejos que los de vegetales”, rememora.
Estuvo casi cinco años en el postdoctorado, período durante el cual trabajó principalmente con virus herpes tipo 1 (HSV-1), específicamente con cepas aisladas del cerebro de personas muertas por encefalitis herpética y trató de entender por qué esas cepas en vez de quedarse en el sistema nervioso periférico, se iban al sistema nervioso central.
Mientras recorría este camino investigativo, surgió una nueva arista que fue la que, finalmente, lo llevó al trabajo que está desarrollando hoy. Esteban comenzó a utilizar lo aprendido hasta el momento, para crear herramientas para la neurociencia. “El virus herpes se mueve sólo a través de neuronas sinápticamente conectadas y nosotros éramos de los pocos laboratorios que podíamos fácilmente modificar el genoma de este virus para que exprese proteínas fluorescentes o proteínas que activan o inhiben la función neuronal. Es por ello que paralelo a su investigación, empezó a colaborar con laboratorios que necesitaban sus virus para entender la conectividad y función del sistema nervioso. Esto no es algo nuevo, pero yo empecé a hacer distintas versiones de estos virus donde podía controlar la dirección en la que el virus viaja por las neuronas, regular cuando y cuan lejos el virus se movía por el sistema nervioso e incluso seleccionar que neuronas infecta y cuáles no. Sin querer, empecé a dedicar parte de mi postdoctorado a colaborar con otros científicos de neurociencia y a diseñar virus con ellos”, indica. De esta forma, el trabajo conjunto con neurobiólogos empezó a marcar su camino.
Es así como, gracias a estas colaboraciones, cuando estaba terminando su postdoctorado en 2015, el Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton lo invitó a unirse a sus filas, de modo que pudiera continuar el trabajo colaborativo con los científicos de este lugar y, al mismo tiempo, tener su propia línea de investigación independiente.
Actualmente, Esteban es el Director del nuevo Laboratorio de Neuroingeniería Viral y su investigación apunta principalmente a mejorar los actuales virus que se ocupan para estudiar el sistema nervioso de mamíferos. Mientras mas se conoce de la biología básica del ciclo infeccioso de un virus, más potentes son las herramientas que se pueden desarrollar con este. “Yo estoy en una posición muy buena porque tengo todo el conocimiento de cómo modificar los virus y, por otro lado, trabajo con gente que los estudia en animales en el sistema nervioso. Tengo por un lado el feedback de los neurobiólogos que me dicen qué carencias hay y eso yo lo puedo traducir en hacer mejores herramientas que se puedan usar no sólo para estudiar la conectividad y función del sistema nervioso, sino que también como vectores oncolíticos, es decir para destruir selectivamente células cancerosas, o como terapia génica para tratar enfermedades congénitas como por ejemplo ciertos tipos de ceguera”, comenta Engel.
Sumado a esto, el investigador ha estado involucrado en otro proyecto que no tiene que ver con virus. Gracias a su experiencia desarrollando sistemas para cultivar diversos tipos de neuronas in vitro, un grupo del Departamento de Bioingeniería se acercó a él para que colaborara en la ideación y creación de un sistema para restaurar, en humanos, conectividad nerviosa en extremidades con lesiones traumáticas. Esta línea, financiada con fondos del Departamento de Defensa de Estados Unidos, busca crear un tratamiento más rápido y eficiente que lo que se utiliza hoy en día, especialmente en veteranos de guerra jóvenes que tienen lesiones severas e invalidantes. La idea es producir, mediante impresión 3D, implantes personalizados para restaurar conectividad y función nerviosa para recuperar movilidad en extremidades.
Para Esteban Engel, el trabajo que ellos están realizando es sólo un ejemplo de cómo la investigación en ciencia básica (que es lo que él realizaba cuando se especializó en cultivar sistemas nerviosos) puede llegar a transformarse en ciencia aplicada sin siquiera planearlo de esta manera. “Hoy en día, muchos fondos concursables son solo para la aplicación y no entienden que de lo básico nace lo aplicado”.
Por Catalina Valencia Antillanca
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