Hace tres años Viña Concha y Toro escogió la comuna vitivinícola de Pencahue, en pleno corazón del Valle del Maule en la séptima región, como el lugar para levantar su nuevo Centro de Investigación e Innovación (CII). Un verdadero hito para la industria, pues su ambición es convertirse en el segundo espacio de investigación del vino más importante del mundo detrás de la californiana Gallo, líder a nivel mundial en facturación cuyo centro tiene 60 años y un presupuesto anual de US$ 50 millones.
Estos son los planes de Gerard Casaubon, director del CII, quien adelanta que están trabajando en el diseño de un nuevo laboratorio de biología molecular que inaugurarán en noviembre de este año.
Este último formará parte de la infraestructura del complejo, que hoy posee cerca de 1.500 m2 donde operan una bodega experimental, un laboratorio químico con equipamiento de última generación (como un cromatógrafo líquido para medir pigmentos, un cromatógrafo de gases para identificar aromas y un plasma para análisis elementales) y un centro de extensión para impulsar la transferencia tecnológica, que, en total, demandó una inversión de US$ 5 millones.
El subgerente de Investigación y Desarrollo (I+D), Álvaro González, adelanta que el nuevo laboratorio requerirá de una inversión adicional, la cual aún está en evaluación, y servirá para analizar virus, hongos y cualquier otro patógeno presente en las plantas que pueda afectar la calidad de las uvas. «En dos meses estaremos haciendo las inversiones y en tres, empezará a llegar el equipamiento. Paralelamente, estamos armando el equipo humano para poder estar funcionando a finales de este año», señala.
El laboratorio también permitirá identificar variedades, ya que si bien los expertos pueden hacerlo observando la forma de la hoja, las plantas pequeñas como las del vivero no han desarrollado bien esta característica.
Proyectos y resultados
Desde el edificio principal del complejo se visualiza un vivero de 75 hectáreas de las más de mil que la viña posee en la zona. «Pencahue abraza el mayor paño continuo que tiene Concha y Toro, y por lo mismo decidimos levantar acá el centro», señala Casaubon, quien cuenta que por medio de una alianza estratégica firmada en 2001 con el mayor vivero francés, Mercier Groupe, los nuevos recursos genéticos de vid son traídos desde aquel país.
Sin embargo, Concha y Toro posee cerca de 10.700 hectáreas de viñedos en Chile, Argentina y Estados Unidos, todas ellas puestas a disposición para el trabajo de I+D en las áreas de material genético, viticultura, procesos enológicos, diseño de producto y mercado; bien se trate de un proyecto confidencial de la firma o uno público en el marco de sus alianzas con el Consorcio del Vino, UC Davis, Fodecyt y otros.
Es así como, por ejemplo, ya han desarrollado 250 ensayos de vinificación en la bodega experimental para evaluar cómo distintos factores o procesos (entre ellos exposición a la luz o fecha de cosecha) influyen en las características del vino; están trabajando con materiales genéticos de Cabernet Sauvignon en Cauquenes para aumentar su rendimiento y poder compartir con productores material vegetal de mayor calidad, y están investigando técnicas de desalinización de agua para regar los predios expuestos a la sequía por efectos del cambio climático.
Casaubon cuenta que los resultados obtenidos de las investigaciones serán compartidos con la industria a nivel mundial con miras a aportar a su desarrollo, siendo su primer gran acercamiento el Congreso Latinoamericano de Viticultura y Enología que se celebrará en noviembre de este año en Brasil. «En 2014 terminamos la fase de instalación y en los próximos cuatro años trabajaremos en la expansión de nuestras actividades para generar impacto. Así, en los siguientes seis años, lograremos la consolidación, de modo de poder transferir mayores conocimientos y resultados que se transformen en valor», visualiza el experto.
Investigación con Millennials
Gerard Casaubon, director del CII, señala que el centro también está desarrollando investigación para crear productos atractivos para diversos segmentos de consumidores que valoran diferentes atributos específicos.
En ese sentido, una de las más importantes es la que están llevando a cabo con millennials, jóvenes menores a 35 años que se han mantenido distanciados de la industria al preferir otro tipo de productos que satisfacen sus expectativas sensoriales y simbólicas, como la cerveza.
«Estamos estudiando esas expectativas, diseñando prototipos y enfrentándolos a opciones de diseño de etiqueta y sensorial de productos para ver cuáles tienen la combinatoria más exitosa y más probabilidades de éxito», señala el experto. Primero apuntarán a los consumidores en Chile y luego en EEUU.
Por Alejandra Maturana
Fuente: Diario Financiero
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